Celestina Cáceres Chambi, de Briss
Briss, la primera empresa de zapatillas de ballet con empaque de aguayo ecológico
Por Marco Basualdo/VOCES impresa
En plena crisis
por la pandemia, a un joven paceño se le ocurrió la fabricación de unas
zapatillas con las que empieza a danzar su marca por el mundo. Su nombre es
Álvaro Briss Cáceres Chambi, quien en la bisagra del 2019-2020, empezó a
cavilar un emprendimiento que apunta a marcar un antes y un después en sus días:
zapatillas de aguayo para ballet clásico. Briss. “Es la primera empresa latinoamericana
de zapatillas de ballet con empaque ecológico”,
Nacido en La
Paz, Álvaro (32) es el menor de tres hermanos de un matrimonio cojo por la
separación de sus padres, situación que obligó a su madre, Celestina, a tomar
las riendas de aquel hogar frustrado. “Siempre tuvimos el ejemplo de mi mamá que
hizo de todo para generar recursos y que no nos falte nada. Recuerdo que
confeccionaba prendas de vestir, que distribuía en por lo menos 20 tiendas, yo
y mis hermanos la ayudábamos”.
Potosina de
nacimiento, doña Celestina había viajado muy joven a la Argentina, donde
ejerció diversas ocupaciones que le inculcaron la cultura del trabajo. “Nos
contaba que cuando volvió a Bolivia se dio cuenta que aquí estábamos en pañales
en muchos aspectos y que se podía hacer de todo para ganarse la vida. Y eso
para nosotros fue una gran enseñanza”, cuenta el joven empresario.
Después de incursionar
en la confección de chompas, chamarras y sacos, la familia empezó con la
fabricación de zapatillas deportivas en 2012. “Mis hermanos ya eran ‘cancheros’
(expertos) en esto; yo era chico y si quería cosas tenía que hacer algunos
méritos”, dice entre risas. De esa manera empezó ayudando en el emprendimiento
familiar “pero claro, sin descuidar los estudios, esa era la prioridad para mi
madre”.
Una vez
concluido el bachillerato, Álvaro había iniciado una carrera que lo llevó a
estudiar Marketing publicitario, Diseño gráfico, Producción audiovisual, y una
formación autodidacta en el instrumento del bajo, que lo llevó a integrar el
reconocido grupo de música tropical Sin Ley. “Ingresé en el 2016 y conocí otro
mundo donde el ego es una característica. Estuve tres años recorriendo el país,
me iba bien económicamente, pero no estaba del todo conforme porque se trata de
una vida de fiestas y mucha noche”.
Luego vivió las
crisis políticas y sociales de octubre y noviembre de 2919 que, una vez
superadas, le hicieron repensar en lo que iba a hacer a futuro. “En un viaje a
Charaña (frontera con Chile) me impresionaron los paisajes y toda nuestra
cultura andina, era como redescubrir lo nuestro, lo que finalmente me iba a
inspirar a lo que vendría meses después”.
La necesidad
de sobrevivir a la pandemia encendió la creatividad
Las noticias del
Covid-19 empezaron a llegar al país a fines del año 2919. Con la anunciada
cuarentena y sin ninguna ocupación fija, Álvaro se vio en la desesperación de
encontrar algo que hacer. Entonces se acordó de cuando fabricaban las
zapatillas deportivas comunes con su familia. “En casa teníamos una máquina de
mi madre; empecé confeccionando esas zapatillas baratas porque sabía que la
gente iba a entrar en crisis. Mi madre también había vendido alguna vez esas
zapatillas para ballet que traía de Chile, y me dije ¿por qué no?”.
Las zapatillas
de ballet son ligeras y están hechas específicamente para la práctica de esta
danza académica. Se fabrican en diversos materiales como cuero, lona o satén
suave, y tienen suelas finas y flexibles para un manejo más libre de pies y
tobillos. “Revisé en Internet y me volví un experto, las marcas más famosas
habían sido Capezio, Sansha, Bloch, Grishko. Pero no existían de aguayo, un
material duradero a la vez de flexible”.
Empezaron a
ofrecer su producto en línea a escuelas de ballet, que comenzaron con sus
pedidos y a pasar la voz a los cientos de interesados locales e instituciones
del exterior. “Me sorprendió que se haya viralizado tan rápido y en pandemia,
algunas escuelas me hicieron pedidos de afuera, pensaban que la fábrica, que
aún no lo es, pero agradezco, era de Perú o Ecuador”, cuenta.
Coloridas y
milenarias zapatillas
Álvaro es autor
de algunas innovaciones en su zapatilla de ballet, como el cocido de una
hebilla sobre el elástico para una mejor sujeción al pie, una plantilla interna
de espuma para una mayor comodidad, y la fabricación en serie con plantillas de
suela partida, las cuales son más flexibles en la zona del arco plantar para
ofrecer un buen desarrollo del pie, muy requeridas por los jóvenes alumnos.
“El gran
atractivo son los colores del material con que son hechas, el aguayo es vistoso
y duradero”, dice este empresario que ofrece sus zapatillas a un costo entre
los Bs. 100 y 150 con la marca de su segundo nombre: Briss. “Es la primera
empresa latinoamericana de zapatillas de ballet con empaque ecológico”, añade.
Sus zapatillas se ofertan en tres puntos de La Paz, pero la venta masiva se
realiza en línea: www.facebook. com/brisszapatillas.