Prevención del suicidio y líneas de ayuda

Familia Segura atendió ocho  llamadas al mes, los últimos tres años, de personas que querían quitarse la vida por problemas psicoemocionales. Estas cifras evidencian la urgente necesidad de prevención y atención de esta problemática en Bolivia.

Claudia, de 20 años, llama a la línea gratuita Familia Segura. Dice que tomó pastillas, que tiene cortes en las muñecas y que está sola en su casa. El servicio gratuito busca a sus familiares y ubica un hospital cercano para alertar que hay una persona que intenta quitarse la vida.

El caso de Claudia es uno de los 205 similares que atendió la línea gratuita Familia Segura, entre enero de 2020 y abril de agosto. Es decir, solo esta organización recibió ocho llamadas al mes de personas que querían acabar con su vida. No hay cifras oficiales sobre el suicidio; lo cierto es que Bolivia carece de políticas para prevenir y tratar la demanda de esta problemática asociada a la salud mental.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 40 segundos alguien se quita la vida en el mundo. El suicidio es un problema de salud pública importante, pero a menudo descuidado, rodeado de estigmas, mitos y tabúes.

En Bolivia, el último dato oficial data de hace una década: entre 2008 y 2013 se registraron 3.495 suicidios; lo que equivale a dos casos por día. Así lo informó el Ministerio de Salud, con base a los datos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC).

Según Claudia Vásquez, técnica de la Dirección de Prevención y Promoción del Ministerio de Salud, actualmente esa cartera estatal trabaja en la recolección de información para contar con un diagnóstico sobre esta problemática. Además, dice, se incorporó la categoría de suicidio en el Sistema Nacional de Información en Salud (SNIS).

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Bolivia cuenta con datos sobre la tendencia suicida en el país, a partir del programa Familia Segura, implementado tras la pandemia.

Entre enero de 2020 y abril de 2023, además de 205 casos de “intento de suicidios”, Familia Segura recibió 1.130 casos de “ideación suicida”; es decir, personas que pensaban en quitarse la vida. Del total, 222 llamadas fueron de menores de 18 años.

En términos de género, la OMS establece que, aunque son más las mujeres que intentan suicidarse con respecto a los hombres, las tasas de suicidio masculino son mayores, representan aproximadamente el 79% de todas las muertes por suicidio en las Américas.

En el contexto boliviano, el presidente de la Sociedad Boliviana de Psiquiatría de Santa Cruz, Miguel de la Oliva, apunta que la mujer tiene mayores “tentativas” de suicidio en comparación al varón que tiene mayor efectividad, porque usa métodos más letales.

EL SUICIDIO Y LA SALUD MENTAL

Un trastorno de salud mental, según la OMS, se caracteriza por una alteración clínicamente significativa de la cognición, la regulación de las emociones o el comportamiento de un individuo. La ansiedad, la depresión, la bipolaridad, el estrés postraumático, la esquizofrenia, además del trastorno de comportamiento alimentario, de comportamiento disruptivo y disocial, y de neurodesarrollo son las enfermedades mentales más comunes.

Según el presidente de la Sociedad Boliviana de Psiquiatría de Santa Cruz, “todos tenemos la probabilidad de cometer suicidio”, pero en aquellos que padecen un trastorno mental por alcoholismo, depresión y límites de personalidad (inestabilidad en el estado de ánimo) la posibilidad de tendencia suicida incrementa en un 50%. “Los trastornos por consumo de sustancias llevan a una depresión metabólica capaz de generar desesperanza. Me animo a decir, que es la causa más frecuente de tentativa suicida”, dice Oliva.

El especialista, en 2022, atendió al menos 40 casos de tentativa suicida y a unos 300 pacientes con algún trastorno mental. Por su experiencia, asegura que el riesgo suicida está asociado al consumo de drogas y el alcohol.

Recuerda el caso de Juan, un muchacho que tenía un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) — que se caracteriza por un patrón de pensamientos y miedos no deseados (obsesiones) que provocan comportamientos repetitivos (compulsiones) y sufrimiento emocional—, estaba con tratamiento farmacológico, dejó de comer y lo internaron. El día que la familia decidió sacarlo del hospital, fueron a cenar. Por la noche, Juan se ahorcó en su casa.

Según Oliva, el suicidio es un problema multicausal y multifactorial, que no tiene una sola causa ni una sola explicación. Coincide con la definición de la OMS que establece que el suicidio resulta de la compleja interacción de factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos y ambientales.

SEÑALES DE ALERTA

Normalmente hay señales de alerta que deben llamar la atención de la familia o los amigos. Por lo general, una persona con tendencia suicida pasa por un cuadro depresivo y en ese proceso comienza a dar recomendaciones a sus allegados: “Cuida a mis padres”, “encárgate de mis perros”, “te encargo a mis hijos”. Otra alerta común es el autoaislamiento, explica Oliva.

Virginia Pérez, jefa de Protección de la Niñez de Unicef, informa que desde que se inició el programa Familia Segura, el tema de suicidio es una constante. “No ha dejado de ser un problema, en ningún momento. Nos llaman adolescentes, gente muy joven, bien con pensamientos suicidas o en el momento en que han tenido un intento de suicidio”, detalla.

Pérez explica se registraron intentos suicidas en personas de todas las edades, incluso niños —existe la idea equivocada de que las niñas y niños no sufren estados depresivos, cuando sí los tienen—; sin embargo, los intentos más frecuentes están en la adolescencia, la juventud y la adultez.

“Nos hemos dado cuenta de que la salud mental de todos está muy deteriorada, ha sido un tema tabú durante años. Como población, sobre todo los adultos, somos iliteratos emocionales, no tenemos una educación de la gestión de emociones ni del autocuidado emocional”, apunta la jefa de Protección de la Niñez de Unicef.

Para el psiquiatra Oliva, es importante hablar del tema de salud mental para entender los trastornos que pueden estar asociados: desde lo más simple, como el control de los hijos en el uso de las redes sociales, hasta lo más complejo como la esquizofrenia, cuyo comportamiento incluye alucinaciones y delirios.

Magali Pérez, representante de la Asociación de Usuarios, Familiares y Amigos de Personas con Trastorno de Salud Mental y de Conducta, considera que Bolivia vive “un caos en este momento”, porque no tiene una verdadera atención en salud mental.

AUSENCIA DE ATENCIÓN EN SALUD MENTAL

En Bolivia hay cinco centros públicos que tratan el problema de salud mental: en La Paz está la Unidad de Salud Mental del Hospital de Clínicas y el Hospital San Juan de Dios; en Tarija, el Instituto Nacional de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de Drogodependencias y Salud Mental (Intraid); en Sucre, el Instituto Nacional de Psiquiatría Gregorio Pacheco (San Juan de Dios); y en Santa Cruz, el Hospital Psiquiátrico Benito Menni.

Vásquez, técnica de la Dirección de Prevención y Promoción del Ministerio de Salud, estima que la demanda de atención de casos vinculados con trastornos mentales —y otros como angustia, depresión o ansiedad— solo en La Paz, es de 1.200 casos ambulatorios al mes.

Aclara que los casos de intentos de suicido no los atiende el primer nivel del sistema de salud, sino el segundo y tercer nivel. Como parte del protocolo, estos hacen el registro de casos, evalúan, diagnostican, dan el tratamiento y proceden a la internación si es necesario.

El doctor Oliva refuta y asegura que la atención en salud mental es nula desde el Estado. En el caso de Santa Cruz, dice, no hay “hospitales psiquiátricos”. 

“En el tercer nivel de atención hay dos psiquiatras y medio; en los segundos niveles, hay uno; y en el primer nivel, no hay nadie, todo es privado o de convenio”, observa. Calcula que unas 20 instituciones se dedican a la internación y tratamiento de problemas de salud mental y que existen unos 60 consultorios privados en el país.

El presidente de la Sociedad Boliviana de Psiquiatría reprocha la ausencia de un protocolo de atención en establecimientos de salud ante un caso de tentativa de suicidio y atribuye esta situación a que el personal no brinda calidad en la atención. “Se enojan con los pacientes, llega un intoxicado y por poco le dicen ‘¿para qué viniste si querías morir?’, lo escuché en la intervención”.

En otros casos se da el maltrato a pacientes suicidas que, por lo general, llegan al centro de salud con una crisis de nervios.

Vásquez, Oliva y Pérez coinciden en que urge que Bolivia cuente con una normativa de salud mental.

En marzo de este año, la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) recibió una propuesta de ley de salud mental. A esta se suma un segundo proyecto normativo elaborado por la Asociación de Usuarios, Familiares y Amigos de Personas con Trastorno de Salud Mental y de Conducta.

Paralelamente, el Ministerio de Salud trabaja, con la OMS, en un Plan de Salud Mental a partir de un enfoque de prevención y promoción de salud mental, que incluirá el tema de suicidios.

LÍNEA QUE “SALVA VIDAS”

Una de las experiencias en prevención de tendencia suicida es el programa Familia Segura, dirigido a niñas, niños, adolescentes, mujeres y hombres de todas las edades que necesiten atención psico-emocional, por problemas de violencia en razón de género e ideas de suicidio.

Desde 2020, Familia Segura recibió 90 mil llamadas al 8113040 y al número de WhatsApp   7797667, líneas a las que puede acudir cualquier persona con problemas psico-emocionales.

El programa cuenta con profesionales especializados que atienen estos casos críticos de intentos de suicidio y también coordinan acciones con la FELCV y los servicios de salud.

La jefa de Protección de la Niñez de Unicef explica que en las llamadas que reciben es “clave” establecer una confianza con la persona, mantener la comunicación el tiempo que sea necesario, identificar el estado y el lugar en que se encuentra, y conocer las redes de salud de apoyo más cercanas. Parte del protocolo de atención es hacer el seguimiento del caso, lo cual incluye trabajar con la familia y el entorno cercano. 

Pérez recuerda que en el caso de Claudia (nombre cambiado) se logró la confianza. La llamada de auxilio de la veinteañera llegó a tiempo y fue atendida. Una vez que llegaron sus familiares, la joven fue traslada al hospital. Los cortes en las muñecas eran profundos, pero se consiguió salvar su vida. Ahora recibe asesoramiento psicológico y sabe que, pase lo que pase, cada día sale de nuevo el sol.