Sergio Massa y Agustìn Rossi, la fórmula presidencial

Con fórmula de unidad Massa y Rossi son candidatos del kirchnerismo en Argentina

Sergio Tomás Massa, ministro de Economía, fue anunciado  como precandidato a presidente por Unión por la Patria. Su compañero de fórmula será el santafesino Agustín Rossi, jefe de Gabinete de ministros desde febrero. Termina una jornada de amagues: el binomio Eduardo “Wado” de Pedro - Juan Manzur, cuya postulación a vicepresidente no llegó a anunciarse de manera formal, y la intención de competir en las PASO del embajador en Brasil, Daniel Scioli, se diluyeron en un hilo de tuits: “Unión por la Patria tiene lista de UNIDAD”. Un rato antes, Massa se había reunido con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el Senado. Hubo devolución de gentilezas: “Reconocemos a los compañeros Wado de Pedro y Daniel Scioli, que apostaron a la unidad del peronismo anteponiendo lo colectivo por sobre lo individual”. Hay, entonces, fórmula oficialista.

Massa tiene 51 años. Es hijo de Alfredo, constructor peronista, y de Alicia, ama de casa antiperonista. Hermano de Liliana, psicóloga. Vivió en San Andrés, partido de San Martín. Egresó del Agustiniano, un colegio católico, en el albor de los noventa, cuando ya militaba en la UCeDé. Se anotó para abogado en la Universidad de Belgrano y dejó antes de terminar: la vida política lo sedujo más que la universidad. El título, igual, lo tiene. En 2013 aprobó con un 9 Derecho Laboral y Seguridad Social, materia que adeudaba, y asumió la banca de diputado con el diploma de estreno. Casado desde 2001 con Malena Galmarini, hoy presidenta de Aysa, tiene dos hijos. Si juega al fútbol, pide ir al arco porque, dijo una vez, “se ve todo el partido y ordenás distinto la cancha”. Y quizás ahí está la clave.

El elegido se alejó del peronismo en 2013, cuando armó el Frente Renovador. Pero se llevó al ex ministro de Economía, Miguel Peirano. A él le dijo que había dos banderas que no iba a enrollar. La primera, que no habría vuelta atrás en materia de Derechos Humanos en la Argentina. De hecho, se ocupó de repatriar uno de los aviones de los vuelos de la muerte. En junio despegó desde los Estados Unidos una nave de la Prefectura, el Skyvan PA-51, que fue utilizado durante la dictadura militar. La otra bandera es la que despliega desde su territorio, el de la Economía: el plan es de una política industrialista. Massa tiene agenda, línea directa con empresarios, políticos, sindicalista y... con Washington. El 20 de junio iba a inaugurarse el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, evento que se reprogramó para el 9 de julio, fecha patria y -posiblemente- su presentación en sociedad. Massa siempre quiso ser presidente.

Mientras todo arde, Massa está ocupado en cosas sencillas: un asado, en la cancha, en una reunión familiar. Cuando Martín Guzmán renunció al cargo de ministro de Economía, el 2 de julio, él asistía al empate la tarde de Tigre contra Talleres, por ejemplo. El reemplazo de Guzmán fue anunciado al día siguiente y la ungida fue Silvina Batakis. El nombre de Massa, sin embargo, fue el que más piezas bailó en la danza de nombres. Hubo que apagar incendios esa semana: una corrida bancaria, “temor de los mercados”, suba del riesgo país. Más fuego: remarcación de precios “por las dudas” y 5,3% de inflación en junio. ¿Más leña? El dólar blue, récord: casi 350 pesos. Pero en ese momento, Massa estaba sin estar. Que los gobernadores pedían por él, que los mercados pedían por él. Y Malena Galmarini, su esposa, tuiteó que justo revisando su carpetas de fotos en el celular dio con un video en el que... Alberto Fernández le dio a Massa el ministerio de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca. Entre la renuncia de Guzmán y la designación de Massa pasaron 27 días.

Con este cambio, dejó la presidencia de la Cámara de Diputados. Massa había formado parte de la mesa chica que se reunía con el Presidente en la intimidad de Olivos para definir cambios en el Gabinete el fin de semana en el que renunció Guzmán. Alberto y Massa saben de idas y vueltas en público. “Sergio, tomemos un café”, le dijo el Presidente a al flamante candidato. La invitación fue en vivo, por el canal C5N, en junio de 2019, un mes antes de las PASO. Alberto estaba en el estudio y Massa estaba en Chubut, en un acto y en representación de su espacio político, el Frente Renovador. No había indicios de una pandemia y Alberto estaba fresquísimo, radiante. Massa estaba como está ahora: los ojos muy pícaros, la sonrisa del terrateniente que no para de contar ganado.

Massa era un joven militante de la UCeDé y asesoraba a un concejal de San Martín. En 1990, a sus 18 años, Graciela Camaño lo afilió al peronismo. Presidió la Juventud Liberal en la provincia de Buenos Aires entre 1994 y 1996. De la mano de Luis Barrionuevo, marido de Camaño, caminó San Martín. Llegó a una subsecretaría del Ministerio del Interior. Se subió al Tren de la Esperanza de Palito Ortega en 1999, como asesor del artista. Ese año ocupó una banca como diputado provincial por Buenos Aires.

Se autopercibía peronista, aunque fuera el mimado de Álvaro Alsogaray. También se autopercibía hincha de Tigre aunque era hincha de San Lorenzo. Pasa que había empezado a simpatizar con el club cuando conoció a Fernando “Pato” Galmarini, que era asesor de Eduardo Duhalde cuando compartió fórmula con Palito. El Pato se convirtió en un padrino político de Massa, y Massa empezó a participar de la vida institucional de Tigre. Y como una cosa lleva a la otra, Massa no sólo simpatizó con el club, también con la hija de Galmarini, Malena, hoy su esposa y socia política. A la boda asistió Carlos Saúl Menem con Cecilia Bolocco.