El Gobierno regulará con un protocolo los servicios de estética, ante mala praxis
Un sueño en las manos
equivocadas puede convertirse en pesadilla, así lo han comprobado decenas de
personas en el país que, en busca de un servicio estético, terminaron con daños
e incluso problemas de salud.
Solo en 2023, el
Viceministerio de Defensa de los Derechos del Usuario y Consumidor recibió 87
denuncias de mal servicio en esta práctica y se ha advertido una necesidad
imperante de reforzar el soporte legal que ayude en la prevención de estos
problemas.
“Durante la gestión 2023 hemos
recibido aproximadamente 87 denuncias del mal servicio que brindan estos
establecimientos de estética y las mismas están comprendidas especialmente en
el eje troncal, Cochabamba aparece con una mayor cantidad de reclamos, seguido
por Santa Cruz y La Paz, pero también tenemos reclamos en Sucre, en Tarija,
donde estos establecimientos estarían brindando servicios de belleza estética
que no estarían cumpliendo con los parámetros”, explica a LA RAZÓN el
viceministro de Defensa del Consumidor, Jorge Silva.
Se ha identificado desde el
incumplimento a la norma hasta que los establecimientos no contaban con las
autorizaciones que avalen su legalidad y, por lo tanto, una garantía de su
seguridad.
“Hemos tenido denuncias de,
por ejemplo, estas liposucciones las hacen a domicilio, las hace cualquier
profesional; cualquier persona que tiene el aparato para llevarlas a cabo
ofrece sus servicios vía internet o redes sociales. En algunos casos médicos,
pero que no son estéticos”, dice Silva.
CASOS
Estos casos no son solo de
conocimiento y preocupación del Gobierno, los mismos profesionales capacitados
y aptos para este tipo de procedimientos estéticos son informados a diario de
problemas que surgen por centros y personas no autorizados.
“La Sociedad Boliviana de
Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva recibe a diario denuncias de colegas
y pacientes sobre complicaciones por cirugías realizadas en centros médicos no
autorizados y con profesionales no capacitados. Sin duda, Santa Cruz es la
ciudad donde más centros estéticos existen, lo mismo que cursos de las
denominadas cirugías mínimamente invasivas. Toda cirugía, aún sea pequeña o con
anestesia local, debe ser realizada en un centro quirúrgico reconocido”, afirma
a LA RAZÓN la presidenta nacional de la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica
Estética y Reconstructiva, Ana María Gil.
Para darle un rostro a estas
cifras no es necesario ir muy lejos. A mediados de 2023, uno de los casos más
lamentables se hizo público. Una adolescente de 17 años se había sometido a una
especie de liposucción, pero el resultado cambió el rumbo de su vida.
Daños en su salud fueron
identificados, incluidas una infección severa en los pulmones y otra por
tétanos; la gravedad de éstas ameritó su hospitalización en la unidad de
terapia intensiva. Sucedió en Santa Cruz; pero luego, desde la ciudad de La
Paz, surgieron voces de denuncia contra la misma presunta médico odontóloga que
había hecho la intervención.
“En la clínica no me pidieron
autorización. No sabíamos que mi hija iba a someterse a esa liposucción. El 15
de mayo se realizó la cirugía y el 20 comenzó a sentirse mal y le llamó a la
doctora que le hizo la liposucción y solo le dijo que cuando esté mejor pase
por su consultorio”, contó la mamá de la adolescente víctima de esta cirugía,
en junio de 2023.
Y así, todo tipo de casos han
sido identificados en el país. Las consecuencias pueden inclusive costar la
vida del paciente, que confía en las manos de quien promete un buen servicio.
“(Hay) clínicas de belleza
estética que no tienen la autorización del Sedes (Servicio Departamental de
Salud), como una que hemos encontrado en Sucre, por ejemplo, y donde incluso el
propietario fue a parar a la cárcel, porque tenía seis denuncias de mala
prática. Son los problemas que hoy se están dando en el ámbito de prestación de
servicios”, remarca el viceministro Silva.
Los servicios estéticos
incluyen una amplia gama, que van desde los no invasivos hasta los invasivos,
tales como las cirugías plásticas. Si bien las consecuencias más delicadas
suelen ocurrir con estos últimos procedimientos, los primeros no dejan de ser
preocupantes.
Silva indica que, por ejemplo,
el uso de productos no autorizados y sin registro en algo aparentemente sin
riesgos como un tinte de cabello, puede traer como consecuencia alergias e
incluso quemaduras; lo propio cuando quien hace el procedimiento no está
debidamente capacitado.
La regulación de estos
servicios actualmente va respaldada según el área y está en manos de instancias
que van desde dependencias del Ministerio de Salud hasta los gobiernos
subnacionales, como gobernaciones y alcaldías. Ahora, el Gobierno pretende
diseñar un protocolo más puntual sobre el tema, en torno a la Ley 453, “de los
Derechos de las Usuarias y los Usuarios y de las Consumidoras y los
Consumidores”.
“En torno a todo esto es que
nosotros estamos trabajando en un protocolo, en el marco de la Ley 453, que nos
permita realizar estos controles en estos establecimientos abiertos en todo el
país”, anuncia la autoridad.
Lo que se busca es generar un
punto común entre todas las instancias de control que tienen este tipo de
servicios y así mejorar los mecanismos. “En el marco de la Ley 453 vamos a
desprender este protocolo específico para impulsar la coordinación con los otros
actores que tienen competencia en el campo: como lo farmaceútico a cargo de la
Agemed (Agencia Estatal de Medicamentos y Tecnologías en Salud); en el tema de
funcionamiento de estos establecimientos, los Sedes, la alcaldía; en el orígen
de estos productos que dicen ser con hierbas, con animales, el Senasag
(Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria), Pofoma
(Policía Forestal y de Medio Ambiente), con quienes deberíamos realizar
permanentemente estos controles”.
MEDIDAS
Justamente la necesidad de un
control más efectivo es lo observado por los profesionales del área. Los
servicios estéticos son cada vez más demandados, lo que genera la exigencia de
volcar la mirada hacia este campo y las carencias normativas.
“El Gobierno puede utilizar
varios mecanismos para controlar a los denominados esteticistas y prevenir que
realicen cirugías estéticas sin la debida preparación, como establecer
regulaciones claras y estrictas que definan qué procedimientos pueden realizar
los médicos estéticos y cuáles están reservados para cirujanos plásticos
certificados; requerir que los médicos estéticos obtengan licencias específicas
para realizar ciertos procedimientos estéticos; implementar programas de
educación y capacitación continua para garantizar que los médicos estéticos
estén actualizados en las últimas técnicas y estándares de seguridad”, subraya
Gil.Además de requerir controles y atención a los profesionales del rubro, los
integrantes de la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica Estética demandan
sanciones claras. Ahora, el avance de un proceso depende del daño en el
paciente, es así que con un procedimiento claro y con resultados efectivos, las
víctimas pueden ejercer sus denuncias de manera oportuna y ayudar a frenar
estos centros peligrosos para la salud.
“Se pueden establecer
consecuencias legales y administrativas claras para aquellos médicos estéticos
que practiquen fuera de su ámbito de competencia o sin la debida preparación”,
añade.
Defensa del Consumidor
pretende impulsar que la población conozca sus derechos y los exija cuando se
trata de acceder a un servicio estético, para el cual una persona no solo
deposita su confianza, sino también altos montos de dinero para llegar al resultado
prometido por quien lo oferta.
¿Qué derechos se busca garantizar a los
pacientes o usuarios?
Uso de productos en
condiciones de sanidad, con la debida autorización, en condiciones de higiene
con practica del buen manejo, manipulación, almacenaje y transporte.
Atención por parte de personal
idóneo con conocimiento de su actividad.
Información previa y oportuna,
clara, relevante y completa acerca de beneficios y condiciones del servicio,
asi como de los productos empleados.
Información relevante, efectos
secundarios y contraindicaciones de los productos empleados durante el servicio
y, si el caso amerita, acerca de la necesidad del empleo de medicamentos.
Información relevante sobre el
correcto uso de productos y accesorios necesarios durante la ejecución del
servicio.
Copia de los protocolos de
atención y atención medica en caso de alguna emergencia provocada como
consecuencia de la intervención en la humanidad del usuario y consumidor.
Que el servicio impartido se
desarrolle en ambientes adecuados y autorizados por autoridad y normativa
vigente al efecto.
Control de las pruebas de diagnóstico
que aseguren la efectividad de la intervención estética.
Información y responsabilidad
sobre terceros contratados por algún requerimiento.
Advierten que hay falencias en
control, sanciones y certificación
Por años, los servicios
orientados a la estética eran vistos como poco comunes en el país, pero, con el
paso del tiempo, este rubro ha crecido a tal punto de llegar a colmar calles
con ofertas que van desde el arreglo de uñas, tratamientos faciales, hasta la
promesa de cirugías plásticas.
Este mundo, antes poco
conocido, es difundido de manera atractiva mediante redes sociales y mientras
que el mercado está colmado de profesionales capacitados y aptos en su campo,
otros solamente parecen querer aprovechar esta explosión de intereses.
Los profesionales de cirugía
plástica que han estudiado por años para un servicio de calidad, advierten que
es necesario empezar a trabajar en el país de manera más específica para que el
campo estético crezca de forma segura.
La presidenta nacional de la
Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva, Ana María
Gil, expone a LA RAZÓN cuatro falencias clave en las cuales hay que intervenir
para evitar los servicios de forma ilegal.
El primero apunta a una
ausencia de requisitos claros sobre la formación y la certificación.
“La normativa podría no
establecer estándares claros de formación y certificación para los
esteticistas, lo que podría resultar en la práctica de procedimientos por parte
de personas no calificadas”, asevera la profesional.
Una insuficiente supervisión y
control es el segundo punto observado. Esto, indica Gil, puede llevar a que los
establecimientos no regulados continúen operando sin consecuencias.
La falta de actualización en
la regulación es también detectada. “Las regulaciones pueden no estar
actualizadas con respecto a los avances en tecnología y prácticas estéticas, lo
que podría llevar a lagunas en la protección del público y la seguridad del
paciente”.
La cuarta falencia
identificada es la escasez de sanciones y consecuencias. “La normativa podría
carecer de sanciones claras y efectivas para aquellos esteticistas que violen
las regulaciones, lo que podría debilitar su cumplimiento y disuasión”, expresa
la médico.
Con el protocolo trabajado por Defensa al Consumidor se espera generar una respuesta a estas debilidades y evitar la mala praxis./La Razon