El increíble sacrificio físico que hizo Carlos Gardel para construir su mítica pinta
En
1917, Carlos Gardel pesaba 120 kilos y lograr su “pinta” fue
todo un trabajo. A partir de allí comenzó a cuidar su físico y a abandonar
los pucheros y los abundantes platos repletos de calorías en el O’Rondeman
y el café El Criollito, donde, de adolescente, cantaba a cambio de una cena.
Para bajar de
peso, Gardel hacía gimnasia, saltaba a la soga y jugaba pelota
al frontón en el Club Policial, en Rincón 32, pegado al Café de los Angelitos.
También se lo veía por la cancha de pelota de Anchorena y Rivadavia y las de
bochas de la cantina Chanta Cuatro.
Se entrenaba
en el gimnasio de la Asociación Cristiana de Jóvenes. Hasta ahí iba cada
mañana para dedicarle dos horas a la gimnasia. También incorporó la práctica
del aerobismo, por influencia de Jorge Newbery, y boxeo en el Lincoln Boxing
Club de Callao y Santa Fe, donde entrenaba Luis Ángel Firpo, “el Toro Salvaje
de las Pampas”. En la Asociación Nacional, se cruzaba con el “Torito” Justo
Suárez.
Con todo ese esfuerzo, para 1927 Gardel logró estabilizar su peso en 75 kilos. También ayudó la ropa de calidad superior, su prolijidad y elegancia. Eran tiempos de cambio en la moda masculina en la Argentina.
En 1905 se
había fundado la Unión Comercial de Sastres, formada por realizadores de ropa
de hombres. La mayoría de ellos, con la excepción del español Francisco
Sebastián, eran italianos. Coletta y Amoresano, Eustaquio Grenni, Vicente
Marolda, Ricardo Spatola, Fernando Redal y Levalle.
Habían
estudiado en Italia y al llegar a Buenos Aires tomaban aprendices que se
convirtieron en maestros. Las casas más importantes en Buenos Aires eran
Brighton, Casa Tow, Ellis y Redal y Mac Hardy Brown, que también vendía ropa
sport.
El
crecimiento de la clase media de esos años trajo nuevos consumidores, los
obreros industriales, que demandaban ropa de trabajo.
Eran los
tiempos de Coppa y Chego, fundada en 1920 y cuyo logo era un hombre y un perro
tirando del pantalón. La moda masculina se fue simplificando. Los trajes,
cruzados o no, tenían solapas anchas y alargadas, mangas más angostas y
bolsillos en tajo. Los pantalones solían tener un pliegue en la cintura y un
doblez en el dobladillo.
La fina
estampa de Gardel
Los trajes
que usaba Gardel eran de Casa Tow, una sastrería de la calle
Florida que al principio tenía su local en la galería Güemes, el primer
rascacielos de la Argentina. Luego se mudó a la esquina de Florida y Cangallo,
donde compraba trajes de color negro o azul.
Los sombreros hechos a medida, entre ellos el “gacho gris” característico como haciendo juego con su sonrisa “entradora”, eran de la sombrerería Della Corte, de Sarandí y San Juan. La sombrerería funcionó entre 1920 y 1948, era muy conocida y publicitaba en Caras y Caretas.
Gardel
grabaría en junio de 1930 el tango Gacho gris, de Alejandro Sarni Horpe y
Juan Carlos Barthe, en homenaje a su fiel compañero.
Las galeras
eran del taller de la familia Salas. Los zapatos relucientes, el pañuelo y
la corbata de seda completaban el atuendo. El smoking, con sus solapas
brillosas, será una imagen de los personajes de Gardel en las películas. Por lo
general, solía vestir de traje, tanto en la calle como sobre el escenario.
Los
cigarrillos se los compraba a un muchacho griego que tenía su negocio
cerca del café La Real, de Corrientes y Talcahuano. Un día, el cigarrero le
pidió a otro cliente, Ulises Petit de Murat, que le presentara al Zorzal, a
quien admiraba. Petit de Murat recurrió a su vez a su amigo César Tiempo y se
concretó el encuentro en La Real.
El griego,
que se llamaba Aristóteles Onassis (luego, el millonario que se casaría con
Jacqueline Kennedy) guardó para siempre entre sus bienes más preciados una taza
del bar de Corrientes que se llevó de recuerdo de aquel momento con su ídolo.