El parque automotor de Bolivia se quintuplicó en 20 años
Un
reciente estudio al que, el periódico La Razón tuvo acceso exclusivo, revela
los desafíos en registro y recaudación fiscal que tiene el país en materia de
vehículos. Las motos proliferan en todo el territorio nacional.
En los
últimos 20 años, el parque automotor de Bolivia ha experimentado un crecimiento
explosivo, multiplicándose por 5,6 veces y alcanzando una tasa de crecimiento
nacional del 457%. Este fenómeno ha puesto de manifiesto serias deficiencias en
los sistemas de registro y control de vehículos, así como en la recaudación
fiscal.
Según
un análisis realizado por Janneth Arreaño Flores, economista y doctorante en
Economía Social, el número de vehículos en circulación pasó de 443.888 en 2003
a 2.470.622 en 2023. Este incremento ha sido particularmente notable en los
departamentos del Oriente boliviano.
“Pando
ha multiplicado su parque automotor 315,6 veces de 2003 a 2023, Beni 10,2 y el
parque automotor de Santa Cruz ha crecido siete veces para el periodo de
análisis, incrementando 758.169 vehículos, que es el mayor crecimiento en
términos absolutos, registrado en el país”, señala Arreaño en su estudio.
La
composición del parque automotor también ha sufrido cambios significativos. Las
motocicletas han emergido como el tipo de vehículo dominante, representando
actualmente el 32% del total.
“En
2003 solo el 4% del parque automotor eran motos, en cambio para 2023 ese
porcentaje subió a 32%”, destaca la economista.
Este
auge de las motocicletas se atribuye a varios factores. Arreaño explica: “La
versatilidad de las motos, los bajos costos de adquisición y mantenimiento y la
facilidad de manejo han constituido en un incentivo para su crecimiento en el
parque automotor”.
Además,
la experta señala que las deficiencias en el transporte público han impulsado
la adopción de motocicletas. “La mala calidad y baja cobertura del transporte
público es otra de las razones del crecimiento del parque de motos”, afirma.
Sin
embargo, el estudio revela una realidad preocupante más allá de las cifras
oficiales. Existe un número considerable de vehículos que han ingresado al país
sin documentación, conocidos como “autos chutos”.
“Se
sabe que existen un gran número de vehículos que ingresaron al país sin
documentos (autos chutos) y que sobre todo han cambiado el rostro de los
municipios rurales del país, reemplazando a los animales de carga”, señala
Arreaño.
Esta
situación pone de manifiesto las debilidades en los sistemas de registro y
control de vehículos en Bolivia. La economista cuestiona la veracidad de
algunos datos oficiales, como el caso de Pando en 2003.
“Es
difícil que el dato oficial de Pando para el año 2003 por ejemplo, refleje la
realidad, pues solo se registran 28 vehículos, incluyendo motos, dato que no
resiste una simple inspección ocular”, argumenta la profesional.
El
estudio también revela problemas en la recaudación fiscal relacionada con los
vehículos. Incluso en áreas urbanas, donde se esperaría un mayor control, la
evasión impositiva es significativa.
“El
Gobierno Municipal de La Paz, que es el más eficiente en el cobro de impuestos,
históricamente le cobra a menos del 50% de los vehículos inscritos en su padrón
de contribuyentes”, señala.
La
solución, según Arreaño, requiere una reestructuración institucional profunda.
“Pasa por una ingeniería institucional donde idealmente las instancias de los
diferentes niveles del Estado tengan predisposición para cooperar”, concluye.
El
estudio de Arreaño pone de manifiesto la urgente necesidad de abordar las
deficiencias en el registro y control de vehículos en Bolivia. También resalta
la importancia de mejorar la cooperación entre diferentes niveles de gobierno y
entidades estatales para combatir eficazmente la evasión fiscal.
El
crecimiento exponencial del parque automotor boliviano en las últimas dos
décadas representa tanto un desafío como una oportunidad. Por un lado, refleja
el desarrollo económico y la creciente movilidad de la población. Por otro,
expone las debilidades del sistema actual de registro y recaudación.
La
predominancia de las motocicletas en el parque automotor actual también merece
atención especial. Si bien ofrecen una solución de movilidad accesible,
plantean nuevos retos en términos de seguridad vial y regulación.
El
fenómeno de los “autos chutos” o vehículos indocumentados es otro aspecto
crítico que requiere una respuesta integral. Además de representar una pérdida
significativa en términos de recaudación fiscal, plantea problemas de seguridad
y control.
La
baja tasa de recaudación de impuestos vehiculares, incluso en áreas urbanas,
subraya la necesidad de mejorar los mecanismos de control y fiscalización.
También pone de manifiesto la importancia de fomentar una cultura de
cumplimiento fiscal entre la ciudadanía.
En
última instancia, el estudio de Arreaño destaca la necesidad de una reforma
institucional profunda en Bolivia. Solo a través de una mayor cooperación entre
las diferentes instancias gubernamentales y una mejora en los sistemas de
registro y control, será posible abordar eficazmente los desafíos planteados
por el crecimiento del parque automotor.
El futuro del transporte en Bolivia dependerá en gran medida de cómo se aborden estos desafíos. Una gestión eficaz del parque automotor no solo mejorará la recaudación fiscal, sino que también contribuirá a un desarrollo urbano más sostenible y a una mayor seguridad vial para todos los bolivianos.
De LA
RAZÓN