Ignacio Paco Taibo II. escritor español nacionalizado mexicano
Ignacio Paco Taibo: “México está llegando a sus últimos poblados con libros y ya hay 20 mil clubes del libro"
Está cerca de los tres atados diarios y se define como un
catador de Coca-Cola capaz de descubrir el año y el sitio de fabricación sin
ver la botella. Afirma ser el último escritor de México monógamo y abstemio.
Paco Ignacio Taibo II, nacido en 1949 y llamado así porque su padre tenía el
mismo nombre y no quiso ponerle Junior, es presidente de una gran editorial, el
Fondo de Cultura Económica, primero por designación de Andrés Manuel López
Obrador y luego de Claudia Sheinbaum, que asumió el 1° de octubre. Acaba de
estar en la Argentina, invitado por la Asociación de Trabajadores del Estado y
la Central de Trabajadores Argentinos. El 8 de octubre, aniversario de la
captura de Ernesto Guevara en 1967, participó de un homenaje y aprovechó unos
días para recorrer, para mirar y para preguntar. Entre otras cosas, para
preguntar por Javier Milei.
--Uno está en la vida para aprender, no para enseñar. --dice
Paco mientras fuma en una de las oficinas del Fondo de Cultura en Palermo--.
Por ejemplo, ahora en la Argentina quiero que me cuenten cómo un país de gente
inteligente vota como si fueran boludos. Es un desconcierto que tengo que
resolver. A ver si todavía el Estado que avanza es el del autoritarismo, el
poder y la represión. A ver si esa enfermedad ya está en toda América…
--Y yo quiero que cuentes por qué al Morena le fue bien en
México. El historiador Ariel Rodríguez Kuri me dijo que las mañaneras fueron
una gran clave del éxito de Andrés Manuel López Obrador.
--Es que todas las mañanas en esas conferencias de prensa
les respondía a los críticos, confrontándolos, y le hablaba a la gente. Creó un
sistema de comunicación popular para las mayorías que Claudia continuará. Si lo
piensas en frío, te preguntas cómo demonios ganamos unas elecciones con más del
60 por ciento de los votos teniendo la televisión en contra, la radio en contra
y los periódicos en contra. Y la respuesta es que encontramos caminos de
comunicación con ángel. No sólo electorales. Se construyeron a lo largo de los
seis años de gobierno de Andrés Manuel.
--Y aumentó el salario mínimo en términos reales. ¿Cuánto
pesó en las últimas elecciones?
--Mmm, evidentemente, éste es un factor. El triunfo
espectacular de la izquierda de México no hubiera dado el resultado que obtuvo
si no fuera por la redistribución del gasto público, volcado hacia políticas
sociales para los sectores más desfavorecidos de la población. El orgullo
social se cruza con el orgullo nacional. Les das ayuda a los adolescentes para
que puedan seguir estudiando y no tengan que abandonar por razones económicas,
por ejemplo. Una gran inversión de Andrés Manuel. Y el aumento del salario
mínimo que mencionas sirvió en sí mismo y también para presionar al resto de
los salarios hacia arriba. Un milagro mexicano. Uno diría que no hay gestión de
poder sin desgaste, pero no hubo desgaste con Andrés Manuel. Otra clave es la
creación de una conciencia nacional a través del debate histórico. Yo vengo de
la generación del ’68, que fue la que recuperó cantar el himno nacional frente
a la entrada de los tanques en la universidad. Antes el himno era propiedad del
aparato del Estado.
--Paco, algo que ver con la historia tenés. Escribiste una
enorme biografía de Pancho Villa.
--Y una historia del liberalismo en México que se volvió
best seller. Tres tomos, cien mil ejemplares vendidos. Hemos sido muchos los
que dimos la batalla por la historia. Funcionó notablemente creando esta idea
de pertenencia. Hay un factor difícil de medir que tiene que ver con el orgullo
nacional. Es curioso que una generación de internacionalistas como la mía haya
asumido sin conflicto la dualidad de ser internacionalistas de corazón y de
pensamiento, pero nacionalistas en la defensa del territorio y de la patria.
Patria se volvió una palabra conservadora en España, por ejemplo. Franquista.
Pero en América latina el concepto de patria es muy bolivariano y muy
guevarista. Lo mismo que patria grande.
--¿Qué hacías en el ’68, cuando las rebeliones terminaron en
la masacre de Tlatelolco?
--Estudiaba Sociología y participé del comité de huelga.
Pero no estás hablando sólo de una universidad. No estás hablando de la Sorbona
en Francia o o las universidades californianas o de la costa este
norteamericana. Hablamos de un fenómeno de todo México con escuelas ocupadas y
asambleas, discusiones, debates, centros de investigación, comedores
comunitarios, financiamiento del movimiento por la colecta popular, movimiento
callejero continuo y brigadas. Todo de forma muy democrática. El consejo nacional
de huelga estaba construido por representantes de cada escuela con posibilidad
de ser removidos por la asamblea. Entonces el Gobierno decide un baño de sangre
contra una multitud desarmada para acabar con ese movimiento. Fue un momento de
ruptura para estos sectores de clases medias y clases medias populares.
--¿López Obrador, que nació en 1953 y era un adolescente en
1968, está influido por esa generación? ¿Y Sheinbaum, que tenía seis años?
--López Obrador recibió esa influencia. Y Claudia era una
niña pero iba a la cárcel a visitar a su madre.
--¿Cómo es la dinámica política que afrontará ella como
presidenta?
--La que ya existe. La dinámica es popular de abajo hacia
arriba, desde lo barrial y campesino. En zonas petroleras donde el sindicato
estaba contra Andrés Manuel y era conservador, Claudia ganó por el 70 por
ciento de los votos. Muchas veces la gente prefiere actuar en lo social por la
vía del ayuntamiento, donde hay mayor libertad de acción que enfrentarse a la
burocracia sindical. Por eso los resultados electorales en Tampico, Ciudad
Madero, Veracruz y Tamaulipas. Hay una ley social: tú empujas por donde la
pared es más débil. Y la pared tan débil que encontró Andrés Manuel es la
irritación ante el fraude. Encontró allí la revolución pacífica. Y prosperó.
Entendió que a nosotros nos habían educado los tres fraudes electorales que
sufrimos. Uno de los gritos más potentes en la última campaña era “Sí, se
puede”. Parece un grito absurdo. Pero es que se pudo. Crecí en un país donde la
cámara de diputados tenía sólo un diputado disidente. Uno. Le habían regalado
la banca para decir que había oposición.
--¿Por qué Andrés Manuel suele reivindicar al presidente
Lázaro Cárdenas?
--En la primera campaña electoral con Cárdenas al frente se
conjugan fuerzas imposibles de conjugar en términos normales. Nacionalistas. La
izquierda tradicional. La izquierda popular maoísta. La trotskista. La
leninista. Movimientos sociales como el urbano popular. En su primera campaña
ganó y reaccionaron contra él con un fraude espantoso. El fraude te educa
porque debes ser tenaz a lo largo de muchos años y crear una fuerza social tan
grande unitaria para que ya no se pueda discutir el resultado electoral. En
México el neoliberalismo era una mierda doble. Por neoliberal y por corrupto.
--¿Hubo escándalos de corrupción con López Obrador?
--Los casos de corrupción son inevitables. Pero él no los
perdonó ni los ocultó debajo de la alfombra. Sacó la cuchilla y cortó. En el
pueblo donde yo vivo, que es el Fondo de Cultura Económica, se habla de
humildad republicana. El término es de Andrés Manuel, no mío. No puede haber
funcionarios ricos y con privilegios en un país pobre. No puede haber tarjetas
de representación en manos de funcionarios medios. No puedes pagarte tus
comidas con dinero del Estado. Humildad republicana, y franciscana. De paso,
qué buen discurso se echó Francisco sobre la lectura. Es un buen aliado el
Papa. Hasta para un ateo como yo.
--¿Qué es lo que más te gusta de dirigir el Fondo de Cultura
Económica, Paco?
--El Fondo antes tenía un tufo aristocratizante. Había
encontrado un nicho para proveer lectura a la educación media y superior en
todo el mundo hispanoparlante, pero no tenía ni una sola colección popular.
Había temas vedados y había enjuagues por todos lados. Yo te doy un una beca a
ti y tú me das una beca a mí. Te compro mil ejemplares y tú me compras otros
mil. Y todos a la bodega. Fue muy divertido sacudir la mata y bajar el precio
de los libros. Ya cuestan un 40 por ciento menos que cuando arrancamos. En
algunas colecciones llegamos a libros de un dólar. Creamos redes de
distribución alternativa para llegar hasta el último poblado donde Cristo
perdió el poncho y no se lo devolvieron. Participamos en 140 ferias del libro
al año en lugares insólitos donde no hay ni una librería ni una papelería. Ya
tenemos 20 mil clubes de lectura. Le dimos un baño de democracia popular al
Fondo. Les dije desde el primer día que era bolivariano y guevarista, y al que
no le guste lo lamento.
--¿No consideraste que el libro era anacrónico?
--Para nada. Anacrónicos son los que no leen. Les damos a
los clubes una breve formación por internet de tres sesiones y luego les
mandamos 35 libros para que arranquen. Partimos del supuesto de que cualquier
ciudadano, discutiendo, se vuelve más inteligente.
--¿De dónde viene tu inteligencia?
--Vengo de de casi 70 años de mi vida leyendo y a ratos
hasta parezco más inteligente de lo que soy. Pero es solo la apariencia.
--¿Y podés escribir como antes?
--Mantengo mi promedio de un libro al año. En el último hago
un repaso personal de 50 años. Es muy divertido y muy sano ser de izquierda.
Quiero dedicarle más tiempo a que la gente lea más. Es un antídoto, sin duda.
--¿Qué leías hace 60 o casi 70 años?
--Emilio Salgari. Alejandro Dumas. Julio Verne. Luego las
novelas de acción. Luego las policiales. Me pasé cinco años leyendo una novela
negra a la semana para dirigir una colección. Después el comic. Después la
novela gráfica. Y soy un lector sistemático de poesía. Tengo un libro entre el
baño y mi cama, de tal manera que cuando vas medio dormido el baño, tiras la
mano y tomas el libro de poesía. Aprendí a mear sentado, cosa muy sabia que las
mujeres practican desde tiempos inmemoriales. También soy un lector de
historia. Siempre a partir de curiosidades me surge una curiosidad y la
percibo. Aprendí de Salgari. Él nunca había estado en Borneo ni existía
entonces History Channel, pero sabía contar qué pasaba en la selva basado en
malas enciclopedias que había leído.
--¿En qué te inspiraste para la gestión en el FCE?
--En todas las experiencias populares, como la Quimantú
chilena de la época de Salvador Allende. En las experiencias argentinas. En el
auge argentino de los años ’60 y ’70, que en parte venía de los editores
llegados huyendo del franquismo. Y si reviso mis bibliotecas y mis libros, soy
muy argentino. Y muy argentinófilo. Por eso me preocupa mucho el fascismo en la
Argentina. Me inspiro en la tradición de los normalistas mexicanos también,
claro. La idea era que el maestro normalista volviera a a la comunidad de la
que había salido. Una de mis tareas fue visitar las normales de todo el país.
--Si uno habla de normalistas recuerda hoy a los asesinados
y desaparecidos de Ayotzinapa. Ya pasaron diez años.
--Es de la sociedad toda esa herida que no cierra. Permanece
abierta. Es ley de vida. Y dado que el informe final fue invadido por tantas
cortinas de humo sucesivas, cuesta mucho trabajo saber lo que realmente pasó.
Creo que es tarea pendiente para el gobierno de Claudia cerrar la
investigación.
--¿Y lo puede hacer con las presiones del Ejército?
--El Ejército no es un ente homogéneo. Esa idea de que el
Ejército es homogéneo es franquista. En los cuarteles y los campos militares se
había votado a favor de Cárdenas. Una cosa es el que está comprometido con los
traficantes de una cierta región. Y otra cosa es el capitán al que lo mandaron
a una guerra absurda y al que ahora, por fin, lo ponen a construir carreteras.
Supongo que es feliz por primera vez en mucho tiempo. Entonces debes tener una
percepción del ejército como varias cosas a la vez. Mira, sobre éste y sobre
cualquier tema confrontemos las experiencias variadas que hemos tenido, pero la
primera gran reflexión es que no le dejes la crítica a la derecha, porque la
derecha hará una crítica absurda, irracional, visceral. Critica desde la izquierda.
Si la izquierda no es capaz de generar un proceso crítico, autocrítico, dentro
de sí misma, va a tener que estarse defendiendo. Por ejemplo tomemos la reforma
administrativa. Del dicho al hecho no tiene que haber un trecho. La viuda que
llega a conseguir un certificado de defunción de su marido debe tenerlo en 30
minutos cuando mucho, y pidiéndole perdón por haber tardado 27 minutos más de
lo necesario. Tenemos que convertir el aparato del Estado en una expresión
directa de la voluntad del Estado de servir. Y en la medida en que le dejemos a
la derecha la crítica al aparato del Estado, le regalamos el botín.
--Paco, ¿dudaste en seguir al frente del Fondo cuando asumió
Claudia Sheinbaum?
--Sí. Cinco minutos. Carajo, tengo mi vida resuelta. No
quiero ganar dinero, no quiero ser funcionario, no quiero hacer carrera
pública. Entonces, ¿qué coño hago aquí? ¿Qué hago en lugar de retirarme a mi
casa a escribir un libro que hace años quiero escribir? Eso me pregunté. Pero
me quedé. Se podía seguir profundizando y avanzando. Yo creo que podemos llegar
al año que viene a un proyecto latinoamericano del Fondo con una colección que
regalemos a dos millones de jóvenes en toda América latina. Nos podemos asociar
con gobiernos, con secretarías de cultura, con movimientos sociales… Tengo que
discutir derechos de autor con las transnacionales, pero el Fondo también es
una empresa internacional. La única de izquierda en todo el planeta. Lo que
pasa es que no operamos con la ley de la máxima ganancia sino con la ley del
máximo servicio. Usamos papel canadiense. En eso aprovechamos el área de libre
comercio. Algunos dicen que mi estilo es raro. Tengo una oficina en un edificio
de siete pisos con jardín de piedra y un cuadro de Diego Rivera en mi despacho.
Debe costar varios millones. El cuadro es malo, pero el presidente no me
permitió venderlo. Yo igual despacho en todos lados. En librerías, por ejemplo.
--El bar de esta esquina se llama Mezcal. Podrías trabajar
allí.
--No, porque soy el último escritor mexicano monógamo y
abstemio. El alcohol no me gusta.
--Dijiste que eras guevarista. ¿Qué es el guevarismo en la
gestión? ¿De cuál Che Guevara hablás? ¿El de Sierra Maestra? ¿El ministro de
Industria de Fidel?
--El ministro. Su concepto de dirección móvil. La promoción
de chavales. Era muy peculiar. El estilo Che me cautivó. Mira que hay que tener
huevos para nombrar a 150 guajiros analfabetos como directores de fábrica. Y
luego, al día siguiente de haberlos nombrado, estar haciéndoles el seguimiento
de las tareas y de los compromisos, includo el compromiso de terminar la
escuela primaria.