Israel se embarca en su guerra más peligrosa y desata en Gaza una crisis humanitaria sin precedentes
Israel ha decidido llevar hasta las últimas consecuencias su
venganza por la masacre cometida por las milicias de Hamás el 7 de octubre. Al
invadir Gaza, sin embargo, el Gobierno de Tel Aviv se enfrentará,
previsiblemente, a la condena internacional por la crisis humanitaria que está
desatando y a una pesadilla en el campo de batalla.
El Ejército israelí tiene enfrente a Hamás, un enemigo
fanatizado que no luchará una guerra convencional, cuya meta ya no es solo la
libertad de Palestina, sino el "martirio" ante los infieles, como
ejemplo que pueda encender de nuevo la hoguera del yihadismo en todo el
planeta.
En una visita relámpago a unas unidades de infantería
desplegadas frente a los límites de Gaza, el primer ministro israelí, Benjamin
Netanyahu, espetó este sábado a los soldados: "¿Estáis listos para la
siguiente fase?". Netanyahu anunciaba así, inexorable, lo que podía ocurrir
en las horas siguientes.
El objetivo de la invasión israelí de la Franja de Gaza es,
en primer lugar, Hamás. Este movimiento paramilitar de corte islamista estaba
en la mira de Israel desde su creación en 1987, cuando Tel Aviv le mostró
ciertas simpatías para que opacara a la Organización para la Liberación de Palestina
(OLP) de Yaser Arafat.
La preocupación se disparó en 2007, cuando Hamás se hizo con
el control político de Gaza. Su cercanía con Irán y con el grupo armado
Hezbolá, que opera en el Líbano bajo el patrocinio de Teherán, y los numerosos
enfrentamientos armados con las fuerzas israelíes convirtieron poco a poco a
este grupo en uno de los enemigos más encarnizados de Israel.
Fue, sin embargo, la matanza masiva que los milicianos de
Hamás cometieron hace una semana en el propio territorio israelí, con el
asesinato de más de 1.300 personas y la captura de decenas de rehenes, la gota
de agua que colmó el vaso para las autoridades de Tel Aviv.
Junto a la venganza, estos rehenes israelíes y de otras
nacionalidades, que podrían ser entre 120 y 150 personas, entre ellas niños, se
han convertido en uno de los pretextos que enarbola Israel para atacar Gaza,
aún a riesgo de que sean utilizados como escudos humanos por Hamás ante el
avance del Ejército invasor.
Con esta vasta acción bélica, Israel pretende desmantelar
todas las infraestructuras de Hamás en ese territorio palestino y, a la vez, y
no lo han ocultado los dirigentes israelíes, exterminar a todos sus milicianos
y líderes. Para ello está dispuesto a aplastar a la población palestina si es
necesario, con varios miles de muertos ya desde que empezó esta crisis hace una
semana.
Pero una guerra de exterminio de más de 35.000 milicianos de
Hamás puede ser muy costosa para el atacante. En Gaza no habrá una línea del
frente. Las ruinas de los edificios destruidos por los misiles o los drones
israelíes se convierten en pequeños bastiones a conquistar, con un laberinto de
túneles minados y trampas, así como francotiradores entre los escombros.
No basta con bombardear las posibles posiciones de Hamás.
Hay que salir de los vehículos blindados, bajar de los helicópteros y cazar uno
por uno a los guerrilleros. Todo ello en localidades repletas aún de civiles a
pesar del éxodo forzado al que Israel ha obligado a la población del norte de
la Franja de Gaza, para que se dirija hacia el sur de este territorio
palestino.