Meses antes del golpe el ex presidente Evo recibiendo el saludo de Williams Kaliman
La mañana del 10 de noviembre de 2019, Kaliman y Terceros ‘colgaron’ 15 llamadas del entonces presidente Morales
La mañana del 10 de noviembre de 2019, muchas horas antes de
su renuncia, el presidente Evo Morales dice que ya percibía la consumación de
un “golpe de Estado” en el país: la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) había
movilizado aviones sin su autorización.
Muy temprano, aviones K-8 sobrevolaban una movilización de
campesinos de Oruro y Potosí. En su libro Volveremos y seremos millones
(Planeta, septiembre de 2020), el exmandatario cuenta que se informó del hecho
a través de los medios de información.
Denuncia que los aviones militares operaban sin su
autorización y esa situación implicaba que “estaba el golpe” en marcha, según
una investigación de La Razón
“Yo dije:
—Hagan lo que quieran, pero si actúan así, esto es un golpe.
Y las Fuerzas Armadas estaban en el golpe”, recuerda.
Cuenta que cuando se comunicó luego con el entonces
comandante de las Fuerzas Armadas, el general Williams Kaliman, éste le
respondió: “No, no es un golpe. Es importante evitar un enfrentamiento y hechos
de sangre”.
En otro libro, Evo, operación rescate, del argentino Alfredo
Serrano Mancilla (Sudamericana, 2021), el exvicepresidente Álvaro García
recuerda el episodio. “Los militares, para Evo, son la clave de pasar de una
actitud de resistencia a ‘esto no se puede controlar’. Él sabía que con
militares en contra no se podría gobernar y, además, habría un baño de sangre.
Por eso renuncia”, recuerda.
Kaliman fue posesionado por Morales el 24 de diciembre de
2018. “El proceso que vive nuestro Estado es impulsado por el pueblo y
ejecutado por el Gobierno (…), Ahora los bolivianos decidimos nuestro destino y
dejamos de lado el tutelaje extranjero”, fueron sus primeras palabras.
Ese 10 de noviembre, un fuerte ambiente de tensión
caracterizaba a La Paz. Desde el 5 de noviembre, el entonces presidente del
Comité pro Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, había traslado el paro indefinido
a la sede de gobierno, cuyo argumento era un presunto fraude en las elecciones
generales del 20 de octubre.
En un video difundido el 27 de diciembre de ese año, el
ahora gobernador de Santa Cruz admitió que su padre “cerró” con militares y
policías para que se sumen a sus movilizaciones.
Su operador clave fue Luis Fernando López, quien luego fue
ministro de Defensa en el gobierno autoproclamado de Jeanine Áñez. Las
investigaciones del caso Golpe de Estado Ie atribuyen a éste el haber definido
con Kaliman la desobediencia a Morales.
A las 11.11, desde afueras del hotel Casa Grande, donde
instaló su cuartel de operaciones, Camacho se refirió a la adhesión del
comandante. Agradeció a Kaliman “por haber estado con su pueblo”.
A las 15.48 de ese día, el jefe militar, junto a su Alto
Mando, sugirió la dimisión del mandatario.
Veinte minutos después, a las 16.08, el entonces comandante
de la Policía Boliviana, general Yuri Calderón, también pidió la renuncia del
presidente. Lo hizo luego de que Camacho aplacara un motín en la Unidad Táctica
de Operaciones Policiales (UTOP).
Desde más o menos las 14.00, según la denuncia en el caso
del Ministerio de Gobierno, las Fuerzas Armadas y la Policía Boliviana estaban
a merced de Camacho y López, otrora oficial militar.
Una “triangulación” de llamadas, conocida por La Razón,
estableció que Morales no logró contactarse con Kaliman —celular 73243045—
entre las 16.37’27 y 16.46’39; lo hizo personalmente desde su número, 72000006,
en cuatro ocasiones y, a través de su ayudante (71540791), seis veces. Las 10
llamadas tuvieron origen en Lauca Ñ, Cochabamba.
Segundos después de la última llamada a Kaliman, a las
16.48, Morales y García renunciaron a su mandato desde Chimoré.
Luego, entre las 17.17’29 y 17.30’33, el ayudante de Morales
intentó hablar con otro jefe militar, el comandante de la FAB, Gonzalo Terceros
(67197807). La radio base de Lauca Ñ registra cinco llamadas no atendidas.
Pero Kaliman y Terceros tuvieron fluidas conversaciones con
otros cuando arreciaba la sucesión de Jeanine Áñez.
TERCEROS.
A las 14.53’57, Kaliman llamó a López, el enviado de
Camacho. También hubo dos llamadas anteriores, a las 14.43’52 y a las 14.46’19,
y luego otras dos a través del número de su ayudante, José Luis Torrico; una a
las 14.55’19 y otra a las 14.59’13. López y Kaliman también se reunieron ese
día en el Comando de las Fuerzas Armadas antes de la renuncia presidencial.
En tanto, esa noche, Terceros llamó a Calderón a las
21.10’13.
Antes de la renuncia de Morales, entre 14.32’00 y 15.16’24,
Terceros habló tres veces con el jefe de la Casa Militar, Milton Escalera,
minutos antes de que Camacho irrumpiera en el Palacio Quemado. Al día
siguiente, en coincidencia con la llegada de Áñez a La Paz, Escalera instruyó
el retiro de la medalla y los símbolos presidenciales de las bóvedas del Banco
Central de Bolivia (BCB).
El 11, Áñez llegó a La Paz y es recibida en El Alto por un
militar y trasladada en helicóptero al Colegio Militar de Irpavi. Ya contaba
con seguridad militar y policial.
En su informe presentado el 17 de agosto de 2021 al
presidente Luis Arce, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes
(GIEI) cuestionó el papel que las Fuerzas Armadas y la Policía Boliviana
jugaron en la renuncia del presidente Evo Morales, el 10 de noviembre de 2019.
“Para garantizar el funcionamiento adecuado del Estado
democrático, las instituciones militares o policiales no deben hacer
sugerencias o recomendaciones de índole política a gobernantes, especialmente
en tema tan delicado como la renuncia a funciones públicas”, señaló.
Ese 10 de noviembre, de forma sucesiva, los comandantes de
ambas instituciones demandaron la renuncia del mandatario, en medio de graves
conflictos que degeneraron luego de las elecciones.
En la presentación del informe del GIEI, conformado por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Arce denunció que “los
hechos y argumentos legales demuestran con claridad que en nuestro Estado
Plurinacional de Bolivia se dio un golpe de Estado”.
En su informe, el GIEI se inhibió de comentar sobre si en
2019 hubo o no golpe de Estado, como denuncia el oficialismo, o si hubo fraude
electoral, como denuncia la oposición.
“Sin embargo, ante su
responsabilidad de recomendar medidas de fortalecimiento institucional, el GIEI
considera oportuno destacar que las fuerzas militares y policiales tienen, en
cualquier país, responsabilidades democráticas del más alto nivel”, dice el
documento.
Durante ocho meses, el GIEI investigó la violencia y la
violación de derechos humanos en la crisis poselectoral de 2019. Con 37
fallecidos en el conflicto, el GIEI calificó que hubo masacres en Sacaba, el 15
de noviembre, y Senkata, el 19, con una veintena de muertes a bala.
Sugirió al Estado adecuar normas, procedimientos y
estructuras de la Policía y las Fuerzas Armadas para fortalecerlas. “Estas
instituciones deben estar subordinadas al poder civil, y sometidas a controles
internos y externos y a reglas de transparencia y rendición de cuentas”, recomendó.