Los Salmones y el rock cruceño que llega desde Tierras Bajas
Uno de los asentamientos paradisíacos de Santa Cruz, Buena Vista, sería la inspiración para el surgimiento de una de las bandas más poderosas de Bolivia, allá por el 2008. Bautizados como Los Salmones, este proyecto de crudo rock and roll se ideó bajo la vara del cantante, armoniquista y compositor Miguel Cabruja, enrulado muchacho que creció en aquel pueblo y que, bajo las influencias del rock estadounidense y argentino, se propuso dar vida a un grupo local que endose la vivencia “camba”. Y bien que, junto a otros destacados músicos de Tierras Bajas, lo hicieron.
El inicio fue trabajoso, como para cualquier otro
grupo que incurre por estos ritmos en un ambiente nacional donde pondera el
folklore. La capital cruceña no era la excepción y, tras idas y venidas, viajes
y traslados de aquí para allá, la intención de Cabruja fue tomando vida con
variados músicos en una etapa de experimentación que se solidificó hacia el
2011, con la inclusión de Glen Vargas (hijo del prolífico violero Glenn Vargas,
ex Trilogía y actual TRACK) y el apoyo incondicional de Carla Pérez Poehlmann,
por aquel entonces “corteja” de Miguel y actual esposa. Ella empezó a apoyar la
moción con el aporte de equipos para hacer realidad las intenciones de aquel
grupo de “pelaos” que acuñó su nombre inspirado en un grupo de hinchas de
Oriente Petrolero y a un disco del rockero argentino Andrés Calamaro.
Los chicos se foguearon en diversos lugares, desde el
mítico Clapton de la capital cruceña, hasta los festivales Fundando Santa Cruz
y ANTIVIP, para luego cruzar fronteras departamentales debutando en La muela
del diablo, templo del rock en Cochabamba, y llegar a otras ciudades del país
con un mensaje que empezó a ser registrado como propio por el grupo: el
acontecer cruceño con todos sus bemoles. “Siempre me llamó la atención el tema
de este supuesto regionalismo que no es entre ciudadanos cambas y collas, el
tema es el Estado boliviano que nos separa con los sistemas de poder que nos dividen
con sus ideologías; yo creo que es el motivo por el cual no nos podemos
complementar entre bolivianos”, dice el cantante. Y de ahí se entiende el
contenido de sus letras.
Necesidad de mostrar lo propio del oriente ante “el
poder centralista”
Canciones como Rockanroll del yesca, Pata e’lana
blues, de Hamacas a Chacarilla, describen en un lenguaje propio el acontecer de
los naturales de aquellas tierras orientales. “Yo volví a Buena Vista ya una
vez radicado en Santa Cruz, y aquello me sirvió como un centro energético para
expresar lo que nos habíamos propuesto decir como banda, (…) pasó a ser nuestro
lugar de refugio”, relata Cabruja. Todas aquellas expresiones fueron retratadas
en su primer disco intitulado “Los hijos del buri” que, confiesa, no fue
grabado en las mejores condiciones, pero quedó patentada, de alguna manera, la
intencionalidad del grupo al describir situaciones y momentos del Oriente
boliviano. “Es difícil tratar de imponer algo en el ambiente; hay una nueva
generación de bandas que han mejorado enormemente su calidad técnica y que
tratan de reflejar el sentir local. Obviamente que no somos solo nosotros que
tratamos de lograr una reivindicación al ideal que no tenemos en otros
espacios, es algo que ha calado en las bandas, el tema de lo nativo, el orgullo
de pertenecer, de mostrar que sos de algo que existe ante el poder
centralista”.
El cantante también afirma que el público activo o
militante, pese a la aparición de nuevas agrupaciones, decreció. Sin embargo, dice,
hay una masa de jóvenes que ya no son “peladingos” y que cualitativamente es
asombrosa en su conducta intelectual, su pasión por el género. “Ellos son los que
mantienen vivo el rock cruceño como espacio-circuito cultural y de entretenimiento.
Ellos han logrado que el gusto por el rock se disemine; incluso hemos llegado a
grupos de fraternidades que supuestamente no tendrían nada que ver con el
rock”.
El grupo se presenta en diferentes escenarios que van
desde eventos de empresas hasta celebraciones particulares como “un cumpleaños
en el barrio 1º de mayo”. Sienten que, en ese sentido, se van derribando
fronteras. “Pero tampoco queremos que nos identifiquen como un grupo que sólo
rescata el espíritu ‘camba’; nosotros expresamos nuestro vivir sin ánimo de
incentivar regionalismos. Sabemos muy bien que existe un centralismo que no se
puede negar, y nosotros buscamos que aquello no afecte al arte y a la convivencia
entre bolivianos”.