¿hacia dónde va el péndulo ideológico latinoamericano?
Con las recientes victorias de la esfera progresista en
países como Ecuador y Guatemala, y ante la aparente deriva derechista de
naciones como Argentina y Chile, ¿hacia dónde va el péndulo ideológico
latinoamericano?
El pasado 20 de agosto tuvo lugar la segunda vuelta de las
elecciones en Guatemala, que dio la victoria a Bernardo Arévalo, candidato del
Movimiento Semilla. El Tribunal Supremo Electoral de Guatemala confirmó a
Arévalo como presidente electo, pero a su vez, suspendió la personalidad
jurídica de su partido político por un caso de supuestas firmas falsas en los
afiliados.
El director del Centro de Estudios de Guatemala, Sandino
Asturias, opinó, en una reciente entrevista con RT, que la victoria de Bernardo
Arévalo era irrefutable. Sin embargo, no podemos evitar que los recientes casos
de 'lawfare' llevados a cabo contra distintos gobiernos latinoamericanos nos
vengan a la memoria.
En el libro 'El lawfare. Golpes de Estado en nombre de la
ley' (2021), de Arantxa Tirado, la autora nos presenta un estudio pormenorizado
sobre varios casos de aplicación de este mecanismo de forma coordinada, cuyas
víctimas han sido los llamados "gobiernos progresistas"
latinoamericanos.
El 'lawfare' es una estrategia de origen militar, que, según
la autora, se encuadra dentro de una guerra de amplio espectro o guerra
híbrida, que ha buscado, mediante la combinación de operaciones judiciales,
mediáticas, políticas o económicas, la reconfiguración de la geopolítica
hemisférica.
En torno a la primera década del siglo XXI, debido a la
agudización de contradicciones históricas y enmarcado dentro de la ruptura con
los regímenes anteriores (cada país dentro de su propia circunstancia), se
producen una serie de cambios en el escenario ideológico de América Latina.
Gobiernos progresistas, o al menos rupturistas, en
Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Honduras y Ecuador, generaron, además,
un nuevo escenario que hace que se refuercen los lazos de la unidad y se
recuperen ideas de integración económica independiente.
Este escenario suponía una apuesta por el multilateralismo,
desde una base regional y latinoamericana, convirtiéndose así en punta de lanza
de un cambio generalizado que aún cuestiona el orden de dominación unipolar
vigente.
Se desarrollan múltiples organismos que buscan la
cooperación entre los pueblos para romper con la clásica estructura de
dominación y subordinación (fundamentalmente a EE.UU.), como la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Unión de Naciones
Suramericanas (Unasur). También se refuerza la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y se presentan proyectos como el Banco del
Sur o la moneda SUCRE (para intercambios comerciales) que buscan profundizar en
la creación de un espacio económico conjunto para el desarrollo.
Este escenario suponía también una apuesta por el
multilateralismo, desde una base regional y latinoamericana, convirtiéndose así
en punta de lanza de un cambio generalizado que cuestionaba, y aún cuestiona,
el orden de dominación unipolar vigente.
Con el golpe de Estado en Honduras en 2009 se inaugura una
nueva etapa de asfixia contra los pueblos latinoamericanos.
Esta explosión de ideas y acuerdos cae en reflujo debido a
distintos fenómenos que ocurren en los países participantes durante los años
posteriores.
Golpe y 'lawfare'
Con el golpe de Estado en Honduras, en 2009, se inaugura una
nueva etapa de asfixia contra los pueblos latinoamericanos. Así, durante la
Administración de Barack Obama, se derrocó al entonces presidente hondureño,
Manuel Zelaya.
El entonces presidente de Ecuador Rafael Correa junto a su
homóloga Cristina Fernández. Guayaquil, 4 de diciembre de 2014.
A su vez, a través del mecanismo de 'lawfare', se expulsa a
Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil, se encarcela al expresidente Luiz
Inácio Lula da Silva; se inician 30 causas contra Rafael Correa mientras se
consolidaba la traición de Lenín Moreno en Ecuador; se intensifica la
persecución política, mediática y judicial contra Cristina Fernández en
Argentina; se agudizan las medidas coercitivas y el bloqueo contra Cuba,
Venezuela y Nicaragua; y se altera el orden democrático de Bolivia, con el
derrocamiento de Evo Morales.
Finalmente, este escenario aúpa a presidentes neoliberales
como Mauricio Macri, Sebastián Piñera y Jair Bolsonaro, en Argentina, Chile y
Brasil.
Pese a que hoy por hoy China desbancó a EE.UU. como
principal socio comercial de la mayoría de países, el vecino del norte sigue
dominando esferas fundamentales de los Estados latinoamericanos.
Sin embargo, en los últimos años parece que vuelve la
tendencia transformadora, luego del triunfo de Andrés Manuel López Obrador en
México y de Gustavo Petro en Colombia, además de la recuperación de la
normalidad democrática en Bolivia y la vuelta al poder del Movimiento al
socialismo (MAS), la victoria de Xiomara Castro, esposa del expresidente Manuel
Zelaya, en Honduras; la vuelta del peronismo en Argentina; y el retorno del
presidente Lula al Gobierno de Brasil.
A su vez, se han producido cambios significativos en la
esfera de las relaciones económicas en Latinoamérica.
La constante intervención de EE.UU.
Pese a que hoy por hoy China desbancó a EE.UU. como
principal socio comercial de la mayoría de países, el vecino del norte sigue
dominando esferas fundamentales de los Estados latinoamericanos, como es la
formación de sus Fuerzas Armadas y policiales o la estrecha vinculación con los
sectores oligárquicos ligados a la judicatura.
A su vez, Washington mantiene acuerdos de libre comercio,
así como otros pactos vinculados al control del tráfico de drogas, que
garantizan su intervención constante en el devenir de estos países. Aun así,
empiezan a manifestarse de forma cada vez más clara enfrentamientos de
intereses dentro de las propias oligarquías locales debido a estos cambios de
carácter macroeconómico.
La debilidad de los procesos progresistas, fruto de la
contraofensiva ideológica, política e incluso judicial de los años previos, ha
tenido dos consecuencias: en primer lugar, el surgimiento de unos frentes
populares (o marcas electorales) más amplios y heterogéneos en sentido
ideológico, lo que en muchos casos se manifiesta en una menor capacidad de
radicalidad tanto en el discurso como en las acciones implementadas una vez que
alcanzan el gobierno. Y, por otro lado, en el fortalecimiento de una extrema
derecha neoliberal, que se presenta con un formato nuevo más radicalizado hacia
posiciones reaccionarias en lo social, y profundamente neoliberales y
continuistas en lo económico. Sin embargo, esta impostura reaccionaria de corte
trumpista también es reflejo de la crisis interna que, en medio de la gran
pugna geopolítica mundial, vive la derecha internacional.
El caso chileno y argentino
El caso chileno requiere de su propio análisis específico.
En víspera del cincuenta aniversario del golpe de Estado contra Salvador
Allende y el inicio de la dictadura de Augusto Pinochet, el militar chileno
está más presente que nunca.
Tras el estallido social de 2019, y el reclamo de una nueva
Constitución, parece que el atado del régimen chileno se constata. La
polarización electoral se centró en la figura de José Antonio Kast, un
nostálgico de la dictadura y un destacado de la nueva extrema derecha
neoliberal.
Ante este escenario, Chile prefirió a un candidato moderado,
como Gabriel Boric, a uno que verdaderamente pudiese cuestionar la estructura
de base heredera de la dictadura. El resultado ha sido una reforma a la
Constitución de Pinochet encargada a pinochetistas, que ha dejado en evidencia
que en la actualidad aún no existe una correlación de fuerzas que incline la
balanza hacia una transformación social profunda del país andino.
Sin embargo, la otra cara de la moneda sería Argentina. Tras
un catastrófico resultado para el peronismo en las recientes elecciones
primarias, en medio de la aprobación de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y con la inflación cronificada, será interesante ver cómo
afectará el ingreso del país del Cono Sur al grupo BRICS+, anunciado en la
reciente cumbre del grupo en Johannesburgo. Para muchos, este anuncio se
entendió ya como una posible esperanza para un país devastado en su economía.
Un gran logro del actual gobierno que, además, marca distancias, con las
posiciones internacionales tanto de Javier Millei, como del macrismo. ¿Se
compensará la debilidad interna impulsando a Argentina como actor internacional
en un mundo en pugna?
El péndulo ideológico en Latinoamérica está en ebullición,
un constante movimiento aupado por contradicciones internas, de cada país,
regionales, pero también de carácter internacional.