Preso escribió su tesis junto al juez que lo condenó: "Tomó la situación como una oportunidad"
Nicolás Avots Sugimoto fue
condenado a 10 años de prisión por la “Tragedia de Cascallares”. Las crónicas
de la época son claras en cuanto a lo ocurrido: en noviembre del 2012
protagonizó un accidente de tránsito al conducir de manera negligente y causar
la muerte de cinco personas en la ruta nacional Nº 3, cerca de la localidad de
Micaela Cascallares, provincia de Buenos Aires. Once años después, puntualmente
el pasado viernes 14 de julio, Nicolás rindió su último examen en la carrera de
abogacía. Su trabajo final fue dirigido nada más, ni nada menos, que por el
juez que lo condenó.
La tesis que desarrolló
conjuntamente con el juez que lo condenó es un reanálisis sobre el tipo penal
de su propia condena. Toda una paradoja. En su momento, el fallo que lo envió a
la cárcel se basó en la figura legal de "quíntuple homicidio con dolo
eventual". La sentencia marcó un precedente en casos de accidentes de
tránsito tratados como homicidios simples en lugar de homicidios culposos. El
dolo eventual implica que, aunque Nicolás no haya querido expresamente causar
la muerte de las personas involucradas, asumió el riesgo que implicaba conducir
de esa forma.
Avots, que tenía 18 años en el
momento del accidente, manejaba una Renault Kangoo por la ruta nacional Nº 3
cuando quiso pasar un micro de la empresa El Rápido con 60 pasajeros a bordo
rumbo a la costa. En ese momento, apareció un Volkswagen Gol circulaba por el
carril contrario que intentó esquivar la camioneta, pero chocó de frente contra
el micro.
Darío Ezequiel García, de 32
años, oficial de Caballería de la Bonaerense, Guillermina Cirone, de 28, y su
sobrino, Nicolás Martín García de siete fallecieron en el acto, mientras que
luego de estar horas en el hospital con atención de urgencia, falleció Amalia
Beatriz Muñoz, de 37, que estaba embarazada de cinco meses por lo que se
consideró como una víctima más.
Nicolás aprovechó su tiempo
como interno de la Unidad Penitenciaria N° 19 de Saavedra para trazar un nuevo
camino y dar vuelta a esa página tan oscura. Comenzó sus estudios de derecho en
la Universidad Nacional del Sur en junio de 2019 y rindió su primer final en
octubre de ese año. Si bien la pandemia frenó la carrera, continuó desde marzo
de 2021 hasta terminar.
Tiene por delante 4 años y 9
meses para recuperar su libertad, pero ya puede decir que es el primer alumno
de la UNS en graduarse en contexto de encierro. La tesina, que analizó al
detalle la figura legal por la que se lo había condenado, se llamó: "Incompatibilidad
del Dolo Eventual como responsabilidad penal subjetiva en el ordenamiento
jurídico argentino".
Como una pequeña muestra de
que el pasado, el presente y el futuro puedan convivir en un marco legal, ese
día estuvo acompañado por el juez que hace seis años lo había enviado a la
cárcel. Gabriel Giuliani, quien está actualmente a cargo del juzgado
correccional N°1 de Bahía Blanca, había formado parte del integrante del
tribunal oral de Tres Arroyos, el mismo que lo condenó en uno de los primeros casos
en el país en que se aplicó el dolo eventual por muertes en accidentes de
tránsito.
En diálogo con El Destape,
Giuliani contó cómo vivió la inédita situación: “Tengo una experiencia de 27
años en el Poder Judicial, soy juez del año 99 y la verdad que esto no se ve
todos los días. En ese marco es que yo acepto el desafío y la propuesta de
acompañar al estudiante”. Según dijo, “Es un caso paradigmático, donde se nota
que esta persona, a esta situación de vida la ha incorporado, la ha hecho de
alguna manera consciente y la ha tomado realmente como una oportunidad”. En esa
misma línea, remarcó que “no sólo es importante para él, sino también para el
sistema y para el camino que puede señalar a sus compañeros del programa”.
"La educación es muy
potente para la reinserción"
Santiago Garrido, uno de los
docentes responsables del Programa de Educación en Contextos de Encierro de la
UNS, indicó que el programa firmó en 2003 un convenio que regulaba la
posibilidad de que los internos pudieran inscribirse en la universidad, que se
sostuvo como un voluntariado entre la unidad y estudiantes avanzados.
“Es un programa que tiene un
beneficio, no solo de manera directa al alumno privado de la libertad que
accede a la posibilidad de obtener un título universitario, sino también para
toda la comunidad bahiense, porque la herramienta de la educación es muy
potente a la hora de permitir la reinserción real de una persona”.
Además, enfatizó que “esto es
en defensa de toda la comunidad, porque el ciclo de la reincidencia dentro de
la provincia de Buenos Aires supera 40%”, y consideró que, al salir de la
cárcel, si no hay una clara finalidad del proceso, muchos vuelven “al mismo
lugar donde estaban y en la misma posición que estaban”.
“En este caso, el Estado tiene
la posibilidad, la oportunidad y la obligación para acercar nuevas herramientas
y que las personas tengan la posibilidad de insertarse dentro de la regla de
convivencia básica”, finalizó Garrido./ El Destape