Jorge Fontevecchia t Javier milei
Afirmación del periodista argentino Jorge Fontevecchia: “Milei es una pesadilla, es el paroxismo de la polarización”
El periodista y empresario de medios argentinos analiza los
ataques del presidente contra la prensa y sostiene que su Gobierno ultra no
supondrá el inicio de una transformación para el país, sino el último tramo de
una etapa de decadencia
“Está camino a la quiebra, qué bueno”, dijo hace algunas
semanas Javier Milei, con una indisimulable sonrisa en su boca. El presidente
argentino se refería a la Editorial Perfil, la empresa periodística que publica
el periódico Perfil y la revista Noticias, entre otras publicaciones. Jorge
Fontevecchia (Buenos Aires, 1955), su director, observa que los ataques del
mandatario contra la prensa tienen cierta similitud con los que sufrían los
periodistas durante la dictadura y advierte que, si el régimen militar no
consiguió quebrar a la editorial, “tampoco lo va a lograr ahora Milei”.
Fontevecchia recibió a EL PAIS en su vasto despacho y, con ceremoniosa
sobriedad, analizó los primeros meses del Gobierno de Milei —“una pesadilla”,
dijo— y explicó porqué cree que no será el inicio de una nueva era para el país
sino el último tramo de una etapa de decadencia. Se pronunció en defensa de los
medios de comunicación públicos que la administración ultraderechista pretende
clausurar o privatizar, y también reflexionó, con optimismo, sobre la
actualidad del periodismo a nivel global, asediado por las redes sociales y la
inteligencia artificial.
Pregunta. ¿Qué balance hace de los casi siete meses que
lleva el Gobierno de Milei?
Respuesta. Una pesadilla. Uno tiene dos opciones en la vida,
o cree que la vida es caos, o cree que tiene algún orden. Yo necesito creer que
tiene algún orden. Quiero pensar que Milei es el fin de un ciclo. El
historiador económico [Pablo] Gerchunoff habla de dos nostalgias de los
argentinos. Una es la de 1945, cuando Argentina fue acreedora de las potencias
europeas después de la Segunda Guerra. Y otra es la nostalgia de 1910, cuando
Argentina fue la séptima economía del planeta —no per capita, sino respecto del
producto bruto total—. Tengo la sensación de que los gobiernos de Cristina
Fernández y de Alberto Fernández vinieron a cerrar la nostalgia del 45, se
demostró que esas herramientas, esa concepción ya es obsoleta. Y creo que los
gobiernos de Macri primero y ahora Milei vienen a terminar de dar vuelta la
página de la nostalgia de la Argentina potencia de principios del siglo XX.
Pensar esto me tranquiliza, me hace sentir que hay un por qué detrás de un
presidente como Milei.
P. ¿Por qué lo define como una pesadilla?
R. Porque Milei es el paroxismo de la polarización. [Jorge
Luis] Borges decía que la Argentina sufre de hipérbole. Me parece que Milei es
el mejor representante de eso; es un producto claramente argentino. Parte del
proceso que llevó a nuestra decadencia tiene que ver con la polarización, con
la continua profundización de los extremos. Quiero creer que Milei no es el
comienzo de algo, sino el fin de una época de decadencia.
P. ¿Cómo sería ese final de época?
R. Un economista ruso, Nikolái Kondrátiev, midió los ciclos
largos de la economía y encontró una regularidad en ciclos de ascenso y
descenso de alrededor de 50 años. Argentina tuvo su último año en vías de
desarrollo en 1974. Hasta ese año el producto bruto per capita era igual al de
Canadá y Australia. ¿Qué sucedió en 1975 para que comenzaran los 50 años de
decadencia que se cumplen el año que viene? Yo hago una asociación con el
acuerdo de Estados Unidos con China para llevarla a un sistema de mercado y alejarla
del comunismo. En estos 50 años China se convirtió en la factoría del mundo,
afectando a la industria en todo Occidente. En aquel momento, el único país en
vías de desarrollo que tenía industrias y sindicatos era Argentina. La mayoría
de la población argentina eran inmigrantes europeos e hijos de inmigrantes que
habían venido en busca de progreso, y demandaban la mantención del Estado de
bienestar. Pero las industrias del país ya no eran competitivas. A partir de
entonces, las respuestas económicas fueron siempre dos: endeudarse o emitir. En
los últimos años quedó claro que no podemos sostener al Estado de bienestar de
los países europeos.
P. ¿Qué alternativa económica tiene hoy Argentina?
R. Creo que ahora viene otro ciclo económico porque hay
condiciones que se han modificado. Primero, los sueldos de los trabajadores
chinos ya no son los más bajos del planeta y en China hay una clase media con
expectativas de consumir. Segundo, la pandemia mostró los problemas de
logística globales y crece la tendencia conocida como nearshoring, producir
cerca de los lugares donde se consume. Tercero, hay un proceso de asociación
regional, que en nuestro caso podría ser un Mercosur ampliado. Y finalmente, el
hecho de que la minería en Argentina, sobre todo de litio y cobre, y la
explotación de la energía en Vaca Muerta van a sumar otro foco exportador al
complejo agroindustrial. Se podrían triplicar nuestras exportaciones y
solucionar el gran problema de una balanza comercial negativa y la falta de
dólares. Quiero creer que Milei viene a cerrar un ciclo de decadencia y
confrontación y que la Argentina va a iniciar un ciclo ascendente al comprender
que la única salida es un pacto social.
P. Más allá de sus características personales, ¿qué clase de
derecha cree que encarna Milei?
R. Tendríamos que separar lo que él dice de lo que él hace.
Él habla de anarcocapitalismo y eso es una distopía. Milei cree que el
minarquismo es una etapa para llegar a una situación de anarcocapitalismo
total. Queda claro que no podría haber anarcocapitalismo en un solo país, ni en
diez, para que funcionase tendría que haber en todos los países, es una teoría
universalista. Resulta poco creíble que él crea que eso es posible. ¿Qué tipo
de derecha estaría planteando? Una derecha retrógrada. Normalmente, la derecha
es conservadora, lo que quiere es mantener el statu quo. En este caso, al
contrario, quiere ir hacia atrás. Las derechas en Europa, por ejemplo, son
nacionalistas, no son libremercadistas. Lo que Milei comparte con esas derechas
es una estética, una manera de decir... Muchas veces la estética termina siendo
mejor comunicadora que las ideas. El tono y la imagen se entienden más
rápidamente.
P. Aunque Milei no se muestre conservador y nacionalista,
¿esa derecha más tradicional no integra la alianza que lo sostiene?
R. En ese sentido se lo podría pensar como un caballo de
Troya. Hay gente que no coincide con él, pero piensa que él puede ser un mal
necesario o un vehículo adecuado. Quien lo definió así fue el economista Carlos
Melconian: dijo que Milei es como el rompehielos Almirante Irizar, el buque
argentino que abre camino en la Antártida para que después puedan pasar los
demás barcos.
P. ¿Cómo analiza la relación que ha entablado Milei con los
medios de comunicación?
R. Durante la dictadura, a fines de los 70 y principios de
los 80, a los medios se los clausuraba. En los 90, durante la presidencia de
Carlos Menem, a los medios se los seducía con licencias y ventajas estatales. A
comienzos de este siglo, Néstor Kirchner los quería comprar, al estilo de
Putin, para tener medios adictos. Ahora, como [Donald] Trump y [Jair]
Bolsonaro, Milei utiliza a los medios como sparring en su batalla cultural, en
un combate que él desarrolla desde las redes sociales. Por eso, con el dueño de
X, Elon Musk, hace lo mismo que hacía Menem con los dueños de los medios
tradicionales: trata de seducirlo. Menem y Kirchner dirigían tanto sus ataques
como sus intentos de seducción a los medios y a sus dueños, mientras que los
ataques de Milei son más a los periodistas. En ese punto hay un parecido con la
dictadura. Al usar a los periodistas para polemizar, Milei se garantiza estar
en la agenda de medios todos los días. Al mismo tiempo, adoptó a un puñado de
periodistas a los que convirtió en la voz oficial.
P. El presidente celebró en abril pasado la posibilidad de
que la Editorial Perfil quebrara, ¿cuál es su respuesta a eso? Usted anunció
que iniciaría acciones judiciales.
R. No solo yo, junto con [el periodista] Jorge Lanata
iniciamos una demanda por injurias, por el neologismo “ensobrados” que Milei
usa para atacarnos. La empresa inició otro juicio, con la figura penal
económica que significa desbaratamiento de empresa. Yo en su momento respondí
que, si no pudo quebrarnos la dictadura, clausurando nuestra principal
publicación y poniéndome a disposición del Poder Ejecutivo; si no pudo Menem,
haciéndonos 30 juicios; si no pudo el kirchnerismo en 12 años, durante los cuales
fuimos la única empresa de medios que no recibió un peso de publicidad oficial;
tampoco lo va a lograr ahora Milei.
P. ¿Qué postura tiene sobre la intención del Gobierno de
cerrar o privatizar a los medios públicos?
R. Creo que deben existir medios públicos, son necesarios.
Argentina tiene el octavo territorio del planeta, tres millones de kilómetros
cuadrados, y las posibilidades de hacer periodismo no son las mismas en todos
los lugares. Los medios más pequeños necesitan que exista una agencia nacional
de noticias para construir una base de información. La televisión pública puede
llegar a todo el país, a muchos lugares que no son rentables para el sector
privado. Sí creo que los medios públicos no deben ser oficialistas, tienen que
ser del Estado y no del Gobierno. Que haya habido una utilización partidaria de
los medios públicos no quiere decir que se deban cerrar. Esto es algo bastante
remanido por parte del presidente: la idea de que, si tenés un problema, amputás
en lugar de corregir.
P. ¿Cómo ve la situación del periodismo a nivel global, su
competencia con las redes sociales y la irrupción de la inteligencia
artificial?
R. A lo largo de la historia, las necesidades humanas fueron
cubiertas por distintas profesiones, en función de las herramientas de cada
época. Yo creo que siempre, como decía [Friedrich] Nietzsche, se va a necesitar
una explicación. No importa el grado de avance de la humanidad, siempre va a
ser necesario un grupo de personas que explique lo que está pasando, qué
significa eso y qué puede pasar después. En distintas épocas esta tarea la
cumplieron los brujos, los poetas y desde hace algunos siglos lo hacemos los
periodistas. Creo que vamos a seguir siendo necesarios. Un elemento alentador
es que la inteligencia artificial (IA) requiere lo que llaman prompters,
personas que hacen la pregunta correcta para que la IA responda. De hecho, ya
hay licenciaturas en prompters, es decir, cómo construir la mejor forma de
preguntar y repreguntar, de una manera concisa y que vaya al fondo de la
cuestión, para que la IA dé una respuesta correcta. Supuestamente quienes mejor
saben preguntar son los periodistas, así que quizá ahí tengamos la posibilidad
de, en alianza con la IA, dar un salto cuántico para nuestra profesión.