“Carmencita” hace 72 años, un pedacito de la repostería oriental en el centro paceño

Heiddy Quiroga A.

En una tropical mañana, en los caminos de Puerto Suárez, Santa Cruz, en el año 1943, a inicios de octubre, Carmen Vásquez León de Jordán, de origen cruceño, una dama, madre emprendedora, jovial y con el corazón de un ángel, tomó la decisión de emprender nuevos rumbos. Ella llegó a La Paz con su madre, su hermana e infanta de tres años, Zulema Arandia Vásquez, buscando nuevas oportunidades, como la educación y otros horizontes.

El 2 de mayo de 1951, en el zaguán de una casona antigua de la calle Comercio, actualmente el edificio de la Asamblea Legislativa, a pasos de la Plaza Murillo, camino a la iglesia “La Merced”, encontraron, sin pensarlo, un quiosco de madera, el cual sería, posteriormente, el punto de venta principal de la repostería oriental; coronándose como los pioneros de ese rubro en la ciudad de La Paz.

Curiosamente, en las décadas de los 50 y 60, eran pocos los productos que había para elaborar la repostería oriental, por lo que hacían pedidos a Santa Cruz como ser:  yuca, queso y charque. De Brasil, se importaba el almidón de yuca; de Holanda, la manteca de cerdo, y otros insumos de Argentina y Perú.


La repostería de Carmen, ofreciendo calidad, conquistó a toda la población paceña. Varios presidentes de Bolivia, entre ellos, Hugo Banzer Suárez y Víctor Paz Estenssoro tuvieron la dicha de probar las exquisiteces de las manos cruceñas. “¡Apúrense! Porque hay pedido del general Banzer”; “El presidente Paz Estenssoro habitualmente solía encargar pedidos porque su señora era cruceña, asimismo, pedía para palacio a la hora del té”, fueron las afirmaciones del hijo de la fundadora.

El quiosco Carmencita ha visto crecer a muchas generaciones, de igual manera, hechos históricos como la revolución de 1952; las dictaduras militares de 1966 hasta 1982; los golpes de estado de esa década; la agenda de octubre del 2003, conocido por “octubre negro”; la renuncia del expresidente Carlos Mesa Gisbert y el inicio del actual gobierno boliviano.

Personajes reconocidos como el cantautor William Claure, la cantante Esther Marisol, Gisela Santa Cruz y el cineasta Sergio Sanjinés pasan al quiosco “Carmencita” para degustar la oferta culinaria que ofrecen.

El café ahora tiene su espacio en la iglesia La Merced

El 2015, el quiosco de Carmencita tuvo que buscar un nuevo espacio debido a la construcción de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia. Los hijos, temerosos de no poder continuar el legado, empiezan sus días de búsqueda a los alrededores. Días después, ¡Eureka! En la esquina Comercio y la calle Loayza, en la iglesia “La Merced” pudieron adquirir un espacio para convertirse en la cafetería “Carmencita”.

Empezaron con el café, el chocolate de Baures (bebida tradicional beniano), las tortillas (pan de hojaldre español) similar a la textura de un “croissant”, empanadas de charque, sonso y pan de arroz. Entre los productos de la especialidad de la casa están: los paraguayos y las tablillas de leche, únicos en La Paz hasta nuestros días.

“El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos…” Carmen, se enferma en enero de 1993. En aquel tiempo, su hija Zulema asume la labor de dar continuidad al emprendimiento familiar se incorpora a inicios del 2008 su hijo Rubén formando una dupla del sabor oriental.

La renovación del sabor oriental en la ciudad de La Paz

Una nueva etapa surge para el quiosco que se asienta como cafetería tradicional, donde se incorpora su hija Carmen. Es así que tienen la misión de continuar con el legado de su matriarca, quien ya no se encuentra con nosotros desde marzo del 2016.

A pesar de los tiempos adversos, como la pandemia y otros sucesos, ellos continuaron firmes en el mercado, adecuando la venta en forma personal o por encargos.

La Asamblea Legislativa otorgó un reconocimiento al mérito a la señora Carmen y la Alcaldía paceña brindó la condecoración Prócer Pedro Domingo Murillo.

Durante los 72 años exitosos de la cafetería “Carmecita”, como todo negocio, tuvieron altas y bajas. Sus hijos resaltan que cambiaron el té paceño y eso les impulsa cada día a seguir, porque hasta ahora tienen una buena respuesta de la población.

Rubén expresa: “Hay un doble compromiso, la tradición y seguir adelante con calidad. No es solo tener el producto, sino seguir teniendo la calidad del producto que se ofrece desde inicio; pueden pasar años y nuestros clientes vuelven por el sabor que se instaló en su paladar, es así que hemos asegurado su confianza en nosotros”.

La cafetería ofrece una experiencia inolvidable, desde su ingreso. Rubén te espera sonriente; Zulema, te saluda calurosamente y te narra la historia del quiosco familiar.  Con música alegre, los comensales pueden apreciar un pedacito del oriente desde la repostería hasta el arte que se observa en sus paredes.

Dato curioso, es la primera cafetería que tiene dentro un quiosco de madera, muy “instagrameable”. Atiende de lunes a viernes, de 15:30 a 20:00 horas, en la calle Loayza, esquina Comercio.  En cada esquina se respira el oriente… “Camba, yo sé que te llevo dentro…”.

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