¿Cuál será la duración del proceso inflacionario en Bolivia?

Aunque es difícil hablar de plazos, por las experiencias ajenas se puede ver y entender que el proceso de inflación por el que pasa el país no será de corta duración. La gran mayoría de los países vecinos pasaron por esta situación y tardaron entre dos a tres años en superar ese mal momento.

Según el último informe sobre perspectivas de crecimiento del Banco Mundial, los países de América Latina están superando el proceso inflacionario.

“El buen manejo de la inflación ha sido un punto positivo en la región”, dice un reporte del BM, y es reflejo de varias reformas aplicadas. La inflación regional, excluyendo Argentina y Venezuela, se sitúa en el 3,5%, un índice aceptable y en descenso. Sin embargo, la situación de Bolivia es diferente.

Mientras los otros países vecinos luchaban contra la inflación, Bolivia se sostenía firme e incluso llegó a registrar los índices más bajos del mundo en este campo, pero la presión de la inflación en los países vecinos y los problemas que tiene con la falta de dólares y la importación de carburantes rompieron su fortaleza.

En los últimos meses, mientras la inflación de los otros países de la región baja, en Bolivia comenzó a subir, de hecho, ya superó las metas programadas para este año. A julio el registro es del 3% y la proyección anual es de 4%, un punto por encima de la meta planteada por el Gobierno que era 3%. El gobierno, a través del viceministro de defensa del consumidor, Jorge Silva, explicó que en este momento se puede advertir tres tipos de productos en el mercado cuyos precios están subiendo: El primero tiene que ver con los productos importados, que ya vienen con aumento desde sus países de origen y que, obviamente, en Bolivia ahora cuestan más. Estos ya no bajarán de precio.

En segundo lugar están los productos que suben y bajan de precio dependiendo de la fecha y de la oferta. Por ejemplo, las verduras y hortalizas, ya pasó con la papa, luego con la cebolla y últimamente con el tomate. Pero luego bajan incluso a niveles menores al promedio. Y el tercer grupo de productos tiene que ver con la especulación, es decir, con artículos de la canasta familiar que, sin tener ninguna causa de fondo, suben de precio por el simple capricho de un intermediario o de un vendedor. En este momento eso está pasando con el arroz y la harina. Aquí algunos medios de comunicación también juegan un rol vital para el aumento de la especulación.

Ahora un par de preguntas están circulando entre los ciudadanos bolivianos. ¿Cuándo el país podrá alcanzar un nivel estable de precios y hasta cuánto pueden llegar a subir algunos productos?

“En la mayoría de los países, las expectativas inflacionarias siguen ancladas”, señala el BM y asegura que los objetivos se pueden alcanzar en este 2024. En el caso de Bolivia, este proceso inflacionario también podría terminar este año, pero mucho depende de poner en practica los acuerdos que se están firmando con los empresarios y de otras políticas que se asuman. El Gobierno, desde el ministerio de Planificación, asegura que este año volverá la estabilidad de precios.

“Sin embargo, para capitalizar este progreso y reavivar las economías, la región debe abordar desafíos de larga data, como reformas en infraestructura, educación, productividad y comercio son fundamentales”, señala el BM.

CRECIMIENTO

Luego, el gran desafío para los países de la región será reactivar el crecimiento. Para este 2024, el Banco Mundial prevé que el PIB de América Latina crecerá en 1,6%. Y se espera un crecimiento de 2,7 y 2,6 para 2025 y 2026, respectivamente. En el caso de Bolivia la proyección esta por debajo del promedio, con 1,4%.

“Estas son las tasas más bajas en comparación con todas las demás regiones del mundo e insuficientes para impulsar la prosperidad. Muchos hogares se encuentran bajo presión debido a que las transferencias sociales están disminuyendo y los salarios aún no se han recuperado a los niveles de prepandemia”, señala el reporte del BM. Esta misma entidad establece que América Latina y el Caribe viven “una coyuntura crítica”. Si bien en las últimas décadas se lograron avances significativos en la estabilización económica, el crecimiento se estancó, lo que socava el desarrollo y bienestar de la gente. En este sentido, el BM plantea medidas urgentes para revertir este rumbo en su informe “Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?”.

Están pasando las presiones sobre la inflación y será hora de ponerse a pensar en cómo encarar mejores niveles de crecimiento. En el caso de Bolivia, el Gobierno insiste en el plan de industrialización con sustitución de importaciones, que aún no entrega resultados concretos, mientras su sector privado y productivo pide el uso de la biotecnología, la liberación de exportaciones, importación libre de hidrocarburos, entre otros, para superar los niveles de crecimiento. El Gobierno insiste en que el crecimiento de este asño pasará del 3%.

“El bajo nivel de crecimiento, de manera sostenida, no es sólo una estadística económica, sino una barrera para el desarrollo. Se traduce en servicios públicos reducidos, menos oportunidades de empleo, salarios deprimidos y mayor pobreza y desigualdad. Cuando las economías se estancan, el potencial de su gente se ve limitado”. En este contexto, el llamado del BM es a romper este ciclo.

La entidad recuerda que “un escenario global adverso, marcado por tensiones geopolíticas, interrupciones en el transporte a través del Canal de Suez y el fenómeno de El Niño, podría perjudicar aún más las perspectivas regionales” de crecimiento.

COMPETENCIA

Por eso, el BM recomienda fomentar la competencia, porque es fundamental para reactivar la economía y recuperar la confianza de los inversores. “Cuando la competencia se sustenta en políticas, instituciones y marcos sólidos, se alienta a las empresas a innovar, ser más eficientes y ofrecer avances tecnológicos”. “Los precios más bajos y la variedad de opciones benefician a los consumidores. Este es un asunto urgente. La región tiene bajos niveles de competencia, lo que socava la innovación y la productividad. Los consumidores también se ven perjudicados al enfrentar costos más altos que el resto del mundo”, señala la entidad./La Razón