Katiuska Blanco, la biógrafa de Fidel: “Él es inabarcable”

Katiuska Blanco, la periodista cubana dice que escribe con rigor científico y mirada de mujer revolucionaria.

Nos pasa con frecuencia a quienes ejercemos “el mejor oficio del mundo”, como llamó Gabriel García Márquez al periodismo: una pauta nos cambia la vida.

A Katiuska Blanco (La Habana, 1964) le sucedió exactamente así cuando su carrera ya parecía más que encaminada. Se graduó como periodista con honores, trabajó como corresponsal de guerra en Angola y se hizo un nombre como reportera peso pesado en el diario Granma; incluso había escrito un libro, Después de lo increíble, sobre la travesía de los revolucionarios desde México hacia las costas cubanas; pero su gran punto de inflexión vital y profesional llegó en 1996, en una pauta.

Era el cumpleaños número 70 del comandante Fidel Castro y lo celebraba en Birán, su ciudad natal, junto a García Márquez como invitado de honor. Hubo actos protocolares y una agenda de trabajo por cumplir, pero para Katiuska el evento se convirtió en otra cosa. Entre anécdota y anécdota, escuchando de cerca las revelaciones entre ambos personajes, el viaje dejó de ser una cobertura como cualquier otra y se convirtió en una travesía alucinante al profuso universo personal de Fidel. Cada descubrimiento sembró en ella una llama viva y un desafío. Quería saber más de la vida desconocida del líder histórico de la Revolución Cubana. Esa fue, pues, la pauta que le cambió la vida.

Lo demás es historia. Se ganó la confianza y las confidencias del comandante, y eso se ha materializado hasta ahora en tres libros biográficos: Todo el tiempo de los cedros. Paisaje familiar de Fidel Castro Ruz (2003); Ángel, la raíz gallega de Fidel (2008); y Fidel Castro Ruz, guerrillero del tiempo (2012) y este año presentó en Venezuela una cuarta obra, titulada directamente Fidel (2021). Ahí compila los episodios más extraordinarios de sus anteriores trabajos.

Además, colaboró con la corrección de obras como el libro de Cien horas con Fidel, biografía a dos voces, de Ignacio Ramonet y dos libros del propio Castro: La victoria estratégica y La contraofensiva estratégica.

A pesar de tan amplio currículo (o justamente por eso), Katiuska sentencia que “Fidel es inabarcable”. Mientras más se escribe sobre él, pareciera que más faltan cosas por contar.

Conversamos con ella en la Galería de Arte Nacional en el último día de la Feria del Libro. Sobre su labor como biógrafa dejó claro que Fidel jamás le pidió ocultar o falsear su historia. Para ella, no era un hombre preocupado por la trascendencia de su relato vital, sino de las ideas. “Nunca me dijo: no pongas esto”.

Con la grabadora ya apagada nos contó sobre sus viajes anteriores a Venezuela, su recorrido por varios estados del país cazando las historias humanas tras la Misión Milagro y las conversaciones de sobremesa que pudo presenciar entre el comandante Hugo Chávez y Fidel.

Faltaba una semana exacta para las elecciones del 28 de julio y el entusiasmo electoral estaba a tope. Rompimos el hielo hablando de turismo literario…

—Una de las tantas cosas que tenemos en común Venezuela y Cuba es que nuestras ferias del libro son el evento cultural más grande y esperado. ¿Has disfrutado esta Filven? ¿Cómo la has visto?

—Lo primero es que es un momento especial para Venezuela. Serán los 70 años del comandante Hugo Chávez, es el momento de venir con el abrazo solidario para el pueblo de Venezuela en sus luchas y en revolución. Para mí la Feria tiene primero que todo esa connotación. La Feria ha sido interesantísima. Es la feria de las resistencias. Están pueblos como Palestina, Irán, Honduras, China, Cuba…  Además, desde el punto de vista cultural, que se haya dado en un espacio tan maravilloso como la Galería de Arte Nacional, me parece una espléndida idea. Y también el hecho de que nos hemos sorprendido gratamente con la inauguración de la Plaza de la Juventud. He tenido la oportunidad de asistir a las presentaciones, por ejemplo, de Benito Irady, en el homenaje que le hicieron por su obra tan especialmente importante. Para mí es conmovedor participar de todo eso. Estuve también en la presentación de la edición centenaria de Ifigenia, la novela de Teresa de la Parra, que tengo entendido tuvo relaciones con escritoras cubanas, intelectuales de su tiempo como Lydia Cabrera y Dulce María Loynaz, nuestra Premio Cervantes. Cuba ha traído una participación singular con escritores que se dirigen sobre todo a nuestra niñez. Son siempre espacios para profundizar la amistad. Además de eso, tuve un reencuentro con los compañeros de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. Escucharlos a ellos siempre es un privilegio, personas que han compartido con nosotros las luchas, no solo de Cuba y Venezuela, sino de todos nuestros pueblos. Y finalmente la presentación de mi obra en la Sala Mandela. Yo estuve en la Guerra de Angola como corresponsal, así que, para mí, que Sudáfrica sea país invitado de honor es muy simbólico.

Katiuska, yo te busco en Google y lo primero que aparece sobre ti es “Katiuska Blanco, biógrafa de Fidel”, y al conocer un poco sobre tu vida, tú cuentas que nunca te propusiste tener ese título. Pero por tu propio relato también pareciera que, de cierta manera, fue el propio Fidel quien te fue formando para la tarea. ¿Crees que él lo tenía previsto? ¿Que quizá vio algo especial en ti para escogerte como la persona que contaría su historia?

—Él fue conociéndome a través de lo que yo escribía en el periódico y eso propició la cercanía. Y fue poco a poco. No con todos los compañeros se dio esa circunstancia. Sé que tuve una oportunidad extraordinaria y siento que soy una afortunada por eso. Visité Birán invitada por Fidel en el viaje que hizo con García Márquez, ¡imagínate! Esa misma confluencia de circunstancias hizo quizás que yo tuviera una mirada más intimista en relación con sus asuntos personales. Indagué mucho sin que él lo supiera y después le envié una primera aproximación que yo creo que lo impresionó porque él descubrió cosas de su vida que nunca había conocido, pasajes de la vida de su padre, por ejemplo, que él no sabía que existían.

ÉL TENÍA UNA VISIÓN MUY SEVERA SOBRE EL CULTO A LA PERSONALIDAD

Todas esas cosas, pienso, favorecieron a que él estuviera más dispuesto a contar un poco la historia. También el paso del tiempo. Creo que no tanto por mí, sino porque ya él había llegado a una edad en que era posible que no se malinterpretara. Fidel había sido siempre muy pudoroso con su vida familiar, quería proteger a sus seres queridos. Había vivido tristezas grandes en su vida porque el enemigo no tiene escrúpulos. Y por otro lado también él tenía una visión muy severa sobre el culto a la personalidad. Él nunca propició que hubiera ese tipo de sentimiento en Cuba. Ese sentimiento hacia él como líder era por compartir ideas, por compartir convicciones y no por la parte, pudiéramos decir, más personal. Entonces pienso que con el paso del tiempo ya llegó el momento en que él narrara un poco su historia. Es decir, que no es Katiuska Blanco, sino, pienso que fue una disposición de él por la edad, porque ya había probado todo y no era necesario que mantuviera una actitud cuidadosa. No quito que haya habido también una confluencia en lo que yo escribía. Es decir, él una vez me escribió una cosa maravillosa, un mensaje, cuando yo publiqué Ángel, la raíz gallega de Fidel. Me puso algo así como: “tú sabes interpretar las ideas”. Eso para mí es un elogio, porque lo más importante para nosotros como revolucionarios son las ideas. Entonces, creo que eso fue lo que nos acercó.

FUE ABDELAZIZ BUTEFLIKA QUIEN DIJO QUE FIDEL IBA AL FUTURO Y REGRESABA PARA CONTÁRNOSLO.

—Y así tuviste el privilegio de no solamente investigar sobre su pasado, sino muchas vivencias con él en lo cotidiano, fuiste a su oficina, a su casa, viajaste con él… ¿Cómo lo recuerdas en lo personal?

—Yo creo que la característica esencial de Fidel fue su sensibilidad hacia el otro. Su sencillez, su naturalidad y su rigor para consigo mismo… Incluso en etapas difíciles de su vida, cuando ya se habían acumulado muchos años sobre los hombros y se encontraba enfermo, siempre sacaba fuerzas para servir. Yo siempre digo que esos diez años antes de su desaparición física fueron “la sobrevida” que él ganó con rigor y disciplina propios de su cuidado, de las dietas, y lo hizo no para él, sino para nosotros. Eso es lo que más me impresionó de Fidel. Yo lo recuerdo en todos los sentidos; en lo social, pero sobre todo en lo personal. Recuerdo que él me regaló Del amor y otros demonios de García Márquez y el libro de Stephen Hawking, Breve historia del tiempo. Del Big Bang a los agujeros negros. En uno de esos libros, él me pone una dedicatoria que dice “A Katiuska, que nos sorprenderá con obras reveladoras”. ¡Él estaba viendo las obras que yo iba a escribir, que ni yo misma veía! Fue Abdelaziz Buteflika quien dijo que Fidel iba al futuro y regresaba para contárnoslo. Esa es una definición maravillosa de Fidel. Otra fue una escritora norteamericana que dijo que Fidel era una secuoya. Y sí, porque realmente era de una sensibilidad, te digo, particular. Siempre estaba al tanto de los asuntos metafísicos de la realidad, pero también de las pequeñas cosas cotidianas. Eso sorprendía mucho. Siempre cuando me llamaba me preguntaba, “¿Qué has hecho hoy? ¿Qué hiciste en la mañana?”. Y mi respuesta podía ser que había leído un buen libro o que había llevado a pelar a mi hijo, y entonces me preguntaba, “Ah bueno, ¿y a dónde lo llevaste?”. Era así, le gustaba estar al tanto de todo y eso lo hacía también en sus conversaciones con la gente común. Fidel fue un hombre que no se aisló nunca. A veces yo creo que él lo que podría anhelar un poquito era estar en un lugar y que nada pasara, porque siempre estaba rodeado de muchedumbres.

—Katiuska, no sé si sabes que en el Museo de Louvre hay un cuadro que Napoleón mandó a hacer de su coronación. Cuando a él lo coronaron, su mamá no quiso asistir al acto, pero Napoleón le pidió al pintor que la pintara como si hubiera estado allí. Era Napoleón preocupado por cómo se iba a contar su historia en el futuro. ¿Fidel estaba preocupado por cómo se iba a contar su historia?

—Yo creo que no. Yo creo que a él le preocupaba y le desvelaba la causa de los pueblos. De él ¡cuánto escribieron! Porque se dice “Katiuska Blanco, biógrafa de Fidel”, pero Fidel tiene una gran cantidad de biógrafos. Y nunca yo le escuché decir, “escribe esto o aquello”. Ni siquiera, por ejemplo, cuando yo me encontraba con periodistas, nunca fui coartada por un “no les puedes hablar de esto”, para nada. Siempre fui muy libre en lo que escribía y en lo que decía también. Él sabía que yo era una revolucionaria, una militante profunda. Fidel le dijo a García Márquez cuando me presentó: “Ella es una hija del pueblo formada por la Revolución”. Así yo me siento. Yo soy una persona de un barrio de La Habana, un barrio popular, y créeme que lucho toda la vida porque ninguna notoriedad pública pueda mellar la sencillez. A Fidel al principio de la revolución una editorial norteamericana le propuso pagarle cuatro millones de dólares para que contara su historia. Su respuesta fue que, si él se ponía a escribir, ¿qué tiempo le iba a quedar para hacer la revolución? Fidel no creo que nunca se haya preocupado por eso. Para él lo importante era sembrar ideas y desafiar a los grandes poderes que hacen infeliz a la humanidad. El camino era ese y para lo que resultaría después, el peso de la historia es inobjetable. Como bien él mismo dijo: “la historia me absolverá”.

—Tú, como su biógrafa autorizada…

—Siempre me he enfrentado a la idea de que digan que soy una “biógrafa autorizada”. Sabes que el día antes de que yo presentara el libro Todo el tiempo de los cedros…, él me confesó que iba por el capítulo 3 y que no quiso leerla antes de que el libro se publicara. Le dio la tarea, la noche antes de la publicación, a un compañero, y ese día en Birán, ya cuando estábamos en el acto de presentación del libro, fue que esa persona le dijo a Fidel qué opinión tenía. Me dijo: “Katiuska, tú has tratado con respeto asuntos muy espinosos”. Yo no eludí dar información. Todo está de una manera muy natural y responsable, ahí están todos los nombres que Fidel tuvo, sus actas de bautismo, de inscripción de nacimiento, no se quitó nada. La manera de enfocarla fue con respeto, que yo tendría siempre para cualquier ser humano, no solo por ser Fidel, porque las personas tienen derecho a su intimidad. Yo creo que la historia hay que abordarla siempre quitándose el sombrero, con respeto para quienes la han hecho y sobre todo si han militado en la causa de los pueblos.

—Quisiera saber qué piensas sobre tu cualidad como autora mujer y si crees que eso determina en algo la forma en que abordas la biografía de Fidel, en cómo cuentas la historia.

—Sí, pero no solo como escritora mujer sino como mujer revolucionaria. Porque esa historia que viene de la prensa burguesa y que tiene un peso ideológico —y para mí retrógrado— que dice que la prensa debe ser imparcial… no hay prensa imparcial, no hay mirada imparcial. Yo lo que soy es seria, mis trabajos de investigación los fundamento con documentos históricos, pero mi mirada es la de una revolucionaria. Que tú seas riguroso, que no seas panfletario, que no adulteres los hechos, eso es un problema de rigor científico y de seriedad. Pero la mirada, que es de interpretación, que es de poner la atmósfera de lo que uno vive, de cómo le pones color y textura a las palabras, ahí está la mujer y la revolucionaria. En Cuba, por suerte para mí, la revolución de las mujeres estuvo dentro de la revolución. Date cuenta que lo que son conquistas de América Latina de la mujer de hace diez años, para nosotros son de hace sesenta, por ejemplo, el aborto legal, la posibilidad de acceder en la salud pública de manera expedita a los anticonceptivos, que la mujer cubana tuviera idénticos derechos, no solo cuando estuviera matrimoniada sino cuando no era posible que el matrimonio sin papeles se reconociera, para el embarazo, que no perdieras tu empleo por cuidar a tus hijos… siempre la revolución tuvo una especial sensibilidad por todo eso. Cuando empecé a trabajar con el comandante, una de las cosas que dije que es que tenía tiempo escaso porque tenía que cuidar a dos niñas de 5 años. A veces estaban enfermas o tenía que buscarlas en el colegio. Yo lo decía con mucha pena, pero ante cualquier planteamiento la respuesta siempre de Fidel en esos casos era “De inmediato”. Fue muy revolucionario Fidel para el tema de la mujer, incluso desde la Sierra Maestra. Pero realmente en el caso de Cuba eso viene desde José Martí, que decía que solo era grande la obra si se alistaba en el corazón de las mujeres. Desde esa época nos viene a nosotros el respeto por las mujeres y por la necesidad de su emancipación en la casa y en la sociedad.

—Eres también una periodista de larga trayectoria. Hace un momento recordabas tu experiencia como corresponsal en Angola, y con todo lo que pasa en Palestina estamos hoy asistiendo a un momento donde el periodismo de guerra también está en un momento crítico…

—Mi solidaridad en primer lugar es con las abuelas, las niñas y las madres de Palestina, porque ellas son el objetivo principal de la guerra. Ellas son las más agredidas porque no se les ve como seres humanos. Es el exterminio de un pueblo que se está buscando y ellas son la fuente principal de vida. Yo estoy con la resistencia palestina en sus diversas formas. Fue Frank Fannon quien dijo que el colonialismo no cede sino con el cuchillo al cuello. Es duro esto que digo, pero Fannon dijo que así como la resistencia puede ser tremenda, está basada en la violencia del colonizado, en la violencia de 75 años de humillación, maltrato y despojo. Yo creo en el triunfo del pueblo palestino, la historia los recompensará por tanto sacrificio. Lo decimos nosotros, que llevamos 60 años de bloqueo, y que antes del bloqueo, a principios del siglo XX nos habían casi exterminado también. Sobre la historia que están contando del genocidio, sabemos que los grandes medios de la ultraderecha nunca le van a dar la razón al pueblo de Palestina. Apenas denunciarán una que otra cosa, pero no harán el análisis profundo del conflicto con seriedad. Incluso el establecimiento mismo del Estado de Israel es el resultado de la colonización británica de Palestina y qué derecho tenían los británicos de ocupar una tierra donde vivían personas de todo tipo en paz. Es una historia compleja que se desconoce, que los palestinos son semitas, que muchos pueblos árabes son semitas y nos tratan a los que estamos solidarizados con Palestina como antisemitas, cuando todos nosotros, las personas de ideas nobles, somos críticos de lo que pasó con el fascismo, de la persecución a los judíos. Denunciamos una y otra vez lo que pasó en los campos de concentración como Auschwitz​ o en Jasenovac, en Croacia, con los serbios, porque también se ha desconocido la matanza de gitanos por el nazismo. Somos militantes de la causa judía en la segunda guerra mundial, pero nada hay más parecido a eso que lo que está haciendo hoy el Estado de Israel contra los palestinos. No deposito esperanzas en la prensa hegemónica internacional, deposito la esperanza en los pueblos del mundo y en la solidaridad que debe globalizarse para que haya un alto al fuego y se reconozca la violación de todos los derechos. Lo que se ha visto en esa guerra no se ha visto en ninguna otra. Había un cierto código de decencia que existió siempre en las guerras y aquí no ha habido decencia alguna, aquí todo ha sido arrasar, aplastar y matar, no importa que hayan 16 mil niños muertos. Es terrible y para mí tendrá que ser la prensa de la resistencia, la prensa comunitaria, de los pueblos, que corra la voz, porque la prensa hegemónica nunca nos dará la voz a nosotros.

MI MILITANCIA Y MI CUBANÍA ME PERMITEN ADENTRARME EN COSAS QUE SON MÁS DE LA PSICOLOGÍA DE NUESTRO PUEBLO, DE LAS TRADICIONES

—¿Qué te falta por contar de Fidel?

—Mucho, porque Fidel es inatrapable. Yo siempre dije que tenía que estudiar mucho para poder aproximarme un poco a ese océano profundo que es Fidel, entonces hay mucho que contar, interpretar y captar de Fidel. Y pienso que no solo Katiuska puede hacerlo. Tienen que haber muchos cubanos, espero que muchos jóvenes se acerquen a su obra, a su vida y puedan contar más. Biógrafos de Fidel hay muchos. A mí me regalaron aquí una obra de Josh Galloway, un británico de origen irlandés. Estuve hojeándola y me pareció muy buena, y así muchos. Claudia Furiate, por ejemplo. Hay un brasileño que se aproximó muy bien y con muchas imágenes. Hay un boliviano, Uztariz, que también hizo un muy buen trabajo. Las lecturas son un poco más cercanas a esa visión occidental de la democracia y los derechos humanos. Están muy mediatizadas por esos conceptos, sin los cuales no se pueden publicar las obras en determinados contextos. La oportunidad que yo creo que me distingue de otros autores es mi cubanía. Por eso te decía, soy una cubana revolucionaria. Mi militancia y mi cubanía me permiten adentrarme en cosas que son más de la psicología de nuestro pueblo, de las tradiciones.

—Cerremos hablando de Cuba y del periodismo cubano. La gran prensa siempre ha tenido un mismo discurso contra Cuba y su revolución, y hoy esa narrativa suma nuevos elementos…

—No es sobre Cuba que el mundo está dividido. Siempre lo digo cuando me preguntan por Fidel porque me dicen que hay muchos simpatizantes y muchos que lo objetan. No es en la opinión sobre Fidel ni sobre el periodismo de Cuba que estamos divididos, lo que está dividido es el mundo. Por una parte, hay una impresionante población mundial que son los olvidados, los condenados de la tierra, que tienen escasa posibilidad de comunicar su verdad y hacer valer su posición, y otra parte del mundo que es muy pequeña pero muy poderosa y que es la que nos invade con su visión. Eso pasa también con las verdades de Venezuela. Las redes son un desastre. Las personas creen que están mejor informadas que nunca cuando están peor informadas. La saturación de información, de medias verdades, de “verdades falsas”, todo eso está dándose en el campo de la información. Y ya viene también todo el tema de la inteligencia artificial, y ya hay quienes la llaman la “idiotez artificial “. Por suerte, hay personas que se están cuestionando los contenidos y es donde creo que tenemos que poner la mirada. La capacidad de permear es una cosa, pero es en los contenidos donde ese desafío ha estado siempre, lo que pasa es que ahora eso se ve muy determinado por la inmediatez y la capacidad de invadir el espacio personal a través de las redes. Eso es lo que sucede, ellos tienen la capacidad material y tecnológica, nosotros tenemos nuestras voces, el conversar unos con otros, por eso no nos podemos quedar solo en las redes, tenemos que auspiciar las redes humanas, que van más allá de las digitales. Ese sitio es un espacio donde ellos no van a poder porque nosotros somos los más, somos las multitudes, y no solo en el sur, porque hay muchos condenados de la tierra en el occidente geopolítico, en las grandes ciudades, en los barrios, y más ahora con tantos inmigrantes que son parte de nuestros pueblos y que tienen nuestra convicción de luchadores. Confío en eso, en la masa irredenta del mundo.