Gustavo Gómez, economista
La frágil memoria de Roberto
Por Gustavo Gómez, economista
Con el ambiente electoral que se
avecina, algunas personas como Roberto están organizando diferentes grupos como
es el caso de los prestatarios del sur del país, y en otras regiones del
territorio nacional, para efectuar manifestaciones contra las entidades
financieras solicitando que las mismas se reúnan con cada uno de los
prestatarios para que respondan a sus demandas y en un extremo solicitan el
cierre de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI).
Al parecer, algunas personas no se
informan adecuadamente antes de emitir criterio alguno, debido a que el
regulador del sistema financiero, mediante diferentes cartas circulares,
instruyó a las entidades financieras para que atiendan los requerimientos de
reprogramación o refinanciamiento de sus créditos para los deudores que fueron
afectados por los conflictos sociales, climáticos, bloqueos y de otra índole, además
que la atención debe ser de manera individual, vale decir uno por uno. Esto debido
a que cada deudor cuenta con un contrato de crédito con diferentes condiciones
pactadas; como la tasa de interés, plazo, garantías, entre otros, considerando
a su vez que la capacidad de pago es diferente en cada prestatario.
A esto se suma el hecho de que los
deudores tienen la posibilidad de solicitar periodos de gracia y de prórroga,
considerando los efectos nocivos de los conflictos mencionados, asimismo, las
entidades de intermediación financiera tienen como máximo un mes para dar
respuesta a dichas solicitudes de reprogramación y/o refinanciamiento. Aspectos
que en definitiva favorecen a los prestatarios afectados.
A raíz de estas medidas, de acuerdo a
información difundida por ASFI, durante la gestión pasada, más del 73% de las
solicitudes de reprogramación y/o refinanciamiento fueron aceptadas por las
entidades en el mismo mes, beneficiando a más de 57 mil operaciones mostrando
que estas medidas lograron los resultados esperados en beneficio de los
deudores.
Por otra parte, Roberto olvidó el
objeto de ASFI que es regular, supervisar y controlar el Sistema Financiero,
velando por su estabilidad, solvencia, eficiencia y transparencia, al mismo
tiempo de proteger los ahorros de la población, peor aún, omite las funciones
de la Defensoría del Consumidor Financiero que tiene la finalidad de
precautelar los derechos del consumidor financiero, establecidos en la
normativa vigente.
No recuerda que en décadas pasadas
existía la “letra chica” en el contrato de préstamo, por el cual los
prestatarios estaban indefensos al mismo, además, con las denominadas “cláusulas
abusivas” se sometían a un sistema financiero que tenía la “sartén por el mango”
haciendo cumplir el denominado “Acuerdo Ley”. Este aspecto fue modificado por
el regulador mediante el establecimiento de los contratos tipo, los cuales
contienen directrices generales que adoptan las entidades financieras eliminando
la letra chica, promoviendo la claridad de todas las clausulas contenidas en el
contrato para su sencilla comprensión.
Cómo no recordar que los prestatarios,
con el contrato suscrito, no podían efectuar ningún tipo de modificación al
mismo, bajo ningún motivo, debido a que se estrellaban contra entidades
financieras que contaban con un conglomerado importante de equipos jurídicos y
técnicos que respaldaban a la institución ante un indefenso deudor. Esta situación
cambió con la creación de la Defensoría del Consumidor Financiero de ASFI, defendiendo
los derechos de los prestatarios en segunda instancia ante la vulneración de
sus derechos por parte de las entidades.
Es importante recordar que la citada Defensoría
tiene presencia en todas las capitales de departamento de Bolivia. La pasada
gestión, atendió más de mil reclamos en segunda instancia de los cuales el 81%
favorecieron a los consumidores financieros, instruyendo a las entidades que
restituyan los derechos de los reclamantes e iniciando los procesos sancionatorios
correspondientes por la vulneración de los derechos de clientes y usuarios
financieros.
En tal caso, es inexplicable e
infundado el pedido de cierre de ASFI, surgiendo diferentes interrogantes como:
¿Quién velará por la estabilidad del sistema financiero? ¿Qué instancia
protegerá los ahorros de la población? ¿Quién defenderá los derechos de los
consumidores financieros? ¿Qué entidad atenderá los miles de reclamos contra
las entidades financieras?
Afortunadamente son pocas las personas
que actúan y opinan como Roberto, que olvidan fácilmente los beneficios alcanzados
en favor de los consumidores financieros. La memoria puede ser frágil pero no
tanto para desconocer estos logros, o ¿será que representa un interés político?
Gustavo Gómez
es economista