Peligrosas subidas de precios en los mercados
Poniendo a Argentina como ejemplo, García Linera envía alerta a Arce y le dice “La inflación es un monstruo”
En un artículo que hoy publica el diario argentino Página12,
https://www.pagina12.com.ar/718436-el-monstruo-de-la-inflacion el
exvicepresidente boliviano Alvaro García Linera
envía un mensaje-alerta al
gobierno boliviano y aunque no menciona
de manera expresa al presidente de
Bolivia, sí explica lo que ocurrió en este país en 1985 cuando la mayoría de la población boliviana
eligió al ex dictador Hugo Banzer Suarez como nuevo presidente “constitucional”.
Pensando en la inflación argentina Garc{ia linera advierte “en
política no hay que subestimar la capacidad de aguante a castigos sociales que
tiene la población, con tal que ello redima el horror de la inflación. Y peor
si las voces políticas alternas que pueden alumbrar otros cursos de acción
posible solo atinan a mantener las condiciones de las viejas angustias a las
cuales la gente quiere escapar a cualquier costo. Pero tampoco ha de menospreciarse
la frontera del hartazgo colectivo a los sacrificios, más aún cuando el
provenir conservador y monetarista que se ofrece es un fósil económico que
carece de porvenir factible mundial. Y entre medio de uno y el otro, siempre
habrá espacio para realidades aún más degradadas a las existentes”,
García Linera entonces recuerda lo que pasó en Bolivia “Era
julio de 1985, y en las legendarias ciudadelas obreras de Siglo XX, Catavi, y
Huanuni, lo imposible acababa de suceder. El dictador Banzer, aquel que había
mandado encarcelar y masacrar trabajadores mineros entre 1971 y 1977, salía
abrumadoramente victorioso en la votación electoral de esos mismos reductos
obreros que lo habían combatido hasta la muerte”.
No habían pasado ni 10 años, y el mundo parecía colocarse de
cabeza. En las elecciones generales, la vanguardia proletaria de Central Obrera
Boliviana le había entregado de manera abrumadora su voto al dictador devenido
circunstancialmente en democracia.
¿Cómo explicar esta debacle de la historia de una clase
social que hasta entonces era el epitome de la conciencia revolucionaria del
pueblo boliviano? ¿Que había modificado tan radicalmente la mirada del mundo de
esos recios obreros? ¿Un extravió de la razón? ¿Una enajenación política? ¿Un
monumental engaño? No. Simplemente, la inflación.
El ex vicepresidente expone los efectos político electorales
que puede tener un proceso inflacionario en las esperanzas y anehlso de la
gente. “La inflación de dos o tres dígitos es un desquiciador social. Volatiza
cualquier lealtad social previa. Ante ella, memoria de luchas, comunidades de
afecto y acción previamente constituidas, se disuelven espantadas frente al
colapso de todas las referencias de orden de la realidad que provoca la
incontenible elevación diaria de los precios”.
Y añade: La inflación transmuta convicciones revolucionarias
en adhesiones reaccionarias. Desestabiliza gobiernos, castiga a candidatos y
puede encumbrar a anodinos políticos como grandes salvadores. La elevada
inflación es un agente de la incertidumbre estructural que agrede el horizonte
predictivo con el que las personas concurren al mundo cada día Y, lo más
relevante políticamente, abre en la estructura cognitiva de las personas, la
desesperada búsqueda de nuevos referentes discursivos y propositivos que le
ayuden a recuperar la certidumbre del mundo.
“Por todo ello, cuando este “poder de influencia sobre la
actividad de los otros”, es decir el dinero, comienza a depreciarse el mundo de
las personas comienza a desquiciarse. Claro, si los ahorros de toda la vida
atesorados a lo largo de años, en medio de trabajos insufribles y privaciones
constantes, día que pasa ya no equivalen a 10 quintales de azúcar, o al precio
de un automóvil como hace 1 mes, sino a 5 quintales de azúcar o a medio
automóvil, entonces la mitad de los infinitos esfuerzos que hicieron las
personas para acumular un poco de poder monetario se diluyen sin justificación
alguna. Si la capacidad de prever el futuro de los hijos, ahorrando para
comprar una casa, o pagar los estudios superiores, se evapora misteriosamente,
la única certidumbre de vida a la que muchas personas se aferraron durante
décadas, ahorrar, se desploma inútil ante el aumento de los precios de las
cosas y el recorte de su capacidad de compra. Si la previsión de ingresos
mensuales permite a una madre garantizar la alimentación, los servicios y el
pago de deudas; y de manera abrupta está obligada a recortar la mitad de los
alimentos de sus hijos porque el dinero que recibe ahora equivale a la mitad de
los productos que podía adquirir, el pavor a un futuro que se hunde se apodera
de sus pensamientos.