Glas y Correa en una de sus ultimas campañas
Rafael Correa con estupor y dolor por su gran amigo: “Jorge Glas ha sido secuestrado por un narcisista como Daniel Noboa”
Rafael Correa no conoce a Andrés Manuel López Obrador, el
presidente de México. Las gestiones para que su mano derecha durante su etapa
al frente de Ecuador recibiera el asilo político por parte de México las hizo
con la canciller, Alicia Bárcenas, a la que conocía de su tiempo al frente de
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Correa puso en
marcha un plan para salvar de la justicia ecuatoriana a Jorge Glas, su
vicepresidente, su amigo desde que coincidieron en los boy scouts. Glas se fue
a pasar las Navidades a la embajada mexicana en Quito y ahí esperó durante tres
meses el asilo, que llegó hace 48 horas (el viernes de México). Las autoridades
ecuatorianas tenían que expedirle entonces un salvoconducto para que pudiera
tomar un avión y plantarse en Ciudad de México, donde le esperaba una nueva
vida, lejos de lo que el correísmo considera una persecución judicial, un caso
de lawfare. En lugar de eso, en un hecho que ha dejado boquiabierta a la
comunidad internacional, Daniel Noboa, el presidente ecuatoriano, ordenó a los
policías y a los militares que rodeasen la embajada y más tarde que la
asaltaran para llevarse por la fuerza a un Glas confundido, espantado,
incrédulo. El mundo asistió en directo con el mismo asombro esa violación de la
soberanía de un país que concluía con una serie de camionetas negras saliendo
de territorio mexicano. Dentro iba Glas.
Correa es alguien elocuente, pero en este caso se ha quedado
sin palabras. “Jorge Glas ha sido secuestrado por un narcisista como Noboa”,
dice al otro lado de la pantalla, desde Bélgica, donde le fue concedido a él
también un asilo por el mismo asunto que Glas: una investigación y una condena
de la fiscalía por corrupción que algunos países consideran una treta
orquestada por los opositores al correísmo. El expresidente dice tener dos
hipótesis. Por un lado, puede ser que Noboa intentase dar un golpe de efecto de
cara al referéndum propuesto por él, que se celebrará dentro de tres semanas y
en el que se consultarán reformas legales y enmiendas constitucionales. Por
citar algunas, se tendrá que decidir si los militares pueden patrullar las vías
de acceso a las cárceles, el endurecimiento de penas y la expropiación de
bienes de origen ilícito. Correa sospecha que Noboa no se veía tan fuerte y ha
intentado dar un golpe sobre la mesa. “Pero le va a salir mal, esto le quita
votos”, elucubra.
La segunda hipótesis tiene que ver con la personalidad de
Noboa. Correa cree que se trata de un narciso —a veces a él le han descrito de
la misma manera—, alguien que nació en una cuna de oro, ya que su padre es el
hombre más rico de Ecuador, un empresario del banano que se presentó cinco
veces sin éxito a la presidencia. Lo ve como un joven inmaduro —tiene 36 años—
y un engreído. Cuando días atrás, López Obrador insinuó que Noboa había ganado
las elecciones gracias a la conmoción que generó el asesinato de otro
candidato, Fernando Villavicencio. Noboa implosionó, siempre según la teoría de
Correa. “Todo fue una sobreactuación, se le desbordó el egocentrismo. Le
enloqueció que AMLO [Andrés Manuel López Obrador] le llamara facho. Y rodeó la
embajada con tanquetas, fuerzas especiales. Un despropósito”, continúa.
¿Las consecuencias? “Gravísimas”. El asunto, dentro de la
magnitud, se ha mantenido dentro de unos límites razonables porque al otro lado
se encuentra López Obrador, un político veterano al que algo difícilmente le
altera, ni siquiera “las bravuconadas de Noboa”. Correa destaca que se mantenga
tan sereno en algo que podría ser casus belli. ¿No está imitando el presidente
de Ecuador al salvadoreño, Nayib Bukele? ¿No querrá mostrar una imagen de
sheriff, de tipo duro? “Bukele no haría eso, no es estúpido. Jamás se le
pasaría por la cabeza romper el derecho internacional de forma tan brutal. Eso
es entrar en una embajada, invadir un país extranjero y secuestrar. Eso no lo
hizo ni Pinochet, el dictador chileno permitió un salvoconducto a cuatro
miembros de un movimiento indígena revolucionario resguardados en una
Embajada”, continúa. No le augura a Noboa un futuro prometedor: “Pagará por
esto en La Haya u otras instancias internacionales”.
POLICÍA DE ECUADOR
Correa está realmente preocupado por la salud de Glas. Según
le han contado, ha sido maltratado en su traslado hasta una cárcel de máxima
seguridad en Guayaquil, que tiene el imponente nombre de La Roca. Considera que
lo único positivo que puede tener esto es que el resto de los países del mundo
pongan sus ojos en Ecuador, un país que, tristemente, “es marginal, nadie le
presta atención”. “Aquí hay un atropello detrás de otro, no hay Estado de
derecho en Ecuador”. Eso incluye no solo el caso de Glas, sino también el suyo,
que está empantanado en una revisión de la ONU desde hace años.}
El correísmo, según su líder, puede derrotar al actuar
presidente en 2025, cuando el país está de nuevo llamado a las urnas. No va a
ser fácil. Noboa ha ganado popularidad por su implementación de una conmoción
interna con la que sacado a los militares a las calles y los ha introducido
también en las cárceles, el centro de operaciones de las pandillas que en los
últimos dos años impusieron el terror en Ecuador. Sin embargo, Correa marca
este evento como un antes y un después. “Noboa es flor de un día. Podemos
ganarle. Ha llegado al poder a través de la manipulación. Espero que los
ecuatorianos no se dejen engañar otra vez”, acaba.