TRABAJAR con sueños de libertad; 60% de reclusos de San Pedro producen artesanías

Por Marco Basualdo

Ansiedad, depresión, ira, estas son las principales consecuencias en las que puede derivar un encierro prolongado, similar a lo que suelen predestinarse los convictos de cárceles como la de San Pedro en La Paz, procesados que en muchos casos también sufren el azote  de la retardación de justicia.

Este es el clima del histórico presidio paceño, cuya población actual alcanza los 3.300 privados de libertad; sus autoridades correccionales lo saben muy bien, y es por ello que tratan de motivar a sus residentes contra cualquier reacción adversa que podría acarrear secuelas incluso mentales. Entonces se hace necesario mantenerlos ocupados con la esperanza de reinsertarlos de nuevo en la sociedad.


El director departamental de Régimen Penitenciario de La Paz, Franz Laura, dice en ese sentido, que al interior de algunas cárceles se manejan diversos programas con el fin de apoyar en la rehabilitación y reinserción social de los detenidos. “Más del 60% de la población penitenciaria de San Pedro se dedica a la artesanía como metodología para su reinserción. Son presos que están trabajando y estudiando; entre las actividades que realizan están la carpintería, hojalatería,  serigrafía, metalmecánica, tejidos, porcelana fría, entre otros”. Esta iniciativa forma parte de las políticas del Ministerio de Gobierno, que tiene como uno de sus objetivos potencializar los sitios correccionales como centros autosustentables y productivos, motivo por el cual, desde el pasado mes de julio de este año, “se dio inicio al programa de Cárceles Productivas, para que los reclusos y reclusas pueden desarrollar diversas actividades beneficiosas en todas las cárceles del país” con una serie de cursos y actividades. 

En ese sentido, el apoyo de la sociedad en su conjunto es más que necesario, explica la autoridad. “Queremos mostrar a la población que el privado de libertad está trabajando y que, como muestra de eso se elaboran los productos que van a poder adquirir, es una ayuda y contribución a la reinserción social del recluso y el aporte económico para sus familias”. En esa faena, la denominada “Feria Productiva del Régimen Penitenciario” expone todos los  sábados, desde las 09.00 hasta las 16.00, en la puerta de ingreso del penal, los productos y artesanías elaboradas tras las rejas.

“La responsabilidad de la reinserción social es de toda la sociedad”

“La responsabilidad de la reinserción social es de todos; con la compra de estos productos tengan por seguro que están apoyando a un privado de libertad a que produzca y sea reinsertado en la sociedad”, aseveró Laura, además de informar que, en un solo día, desde que se iniciaron las ferias, se logró comercializar más de Bs 1.500. La autoridad también resaltó que los “autitos” que se realizan en la sección de hojalatería son elaborados con la calidad de exportación. “Vienen a comprar desde Perú en cantidades al por mayor” aclara sobre los trabajos en miniatura que también son exhibidos en ferias como la de Alasita.

Pero la adquisición de estos de productos no es sólo de manera presencial, ya que también se han realizado las gestiones para la compra a través de la billetera móvil, mediante la Aplicación Consume lo Nuestro.  “La aplicación es todo un éxito, es un gran apoyo para esto. Este es el inicio, es el comienzo de un cronograma amplio de ferias”, explica Laura.

Uno de los reclusos y representante de los artesanos del penal, Luis Wilfredo Ramos, agradeció a las autoridades por impulsar esta iniciativa que ofrece productos de calidad a precios muy económicos. “Aquí estamos recluidos por diversos motivos y con diversas sentencias. Es una manera de ´matar´ el tiempo y aprender un oficio, que nos ayudará cuando recuperemos la libertad y así podernos mantener”, dice Ramos.

La Cárcel de San Pedro se popularizó internacionalmente por la difusión de los problemas de hacinamiento, regulación, condiciones precarias y de autoorganización de los reos, que pagan o alquilan sus dormitorios y que en algunos casos viven con sus familiares.

“Vienen a comprar desde Perú en cantidades al por mayor” 

La prisión está dividida en ocho sectores con distintos grados de comodidad cada una, las áreas más caras proveen a los reos de baños privados, cocina y televisión por cable.

Las celdas son vendidas por alrededor de 15.000 dólares y un preso puede pagar por una extensión a dos pisos para acceder a una panorámica de la ciudad.

Existen áreas con sus propios puestos de ventas y perímetros destinados a juegos como billar y ajedrez, además de una cancha de fútbol, hotel para visitas, enfermería y una iglesia.

El libro “Marching Powder” (“Polvo que se va”), escrito por Rusty Young (2003), generó gran interés en los turistas y la implementación de un circuito turístico al interior de la cárcel.