Analistas españoles destazan a Milei demostrando que no es "ni antisistema ni libertario"

Por Miquel Ramos    No es ningún fenómeno nuevo ni representa ninguna amenaza para el sistema un personaje como Javier Milei, por mucho que los medios se empeñen en retratar así al recién vencedor de las primarias abiertas argentinas y posible nuevo presidente del país. No lo era tampoco Donald Trump, un multimillonario megalómano que decía ir contra ‘el sistema’, ni lo es la ultraderecha que hoy gobierna en Italia, Hungría, Polonia o en varias comunidades y ayuntamientos de España. No hay nada nuevo en sus políticas ni suponen ninguna amenaza para el sistema. Son la derecha de siempre hablando sin tapujos y encarnada por personajes que saben venderse muy bien en la era de las redes sociales y la viralidad de lo histriónico.

Aunque sea a base de comprar bots e inundar las redes con su basura.



A Milei, al contrario que a la derecha española, hay que agradecerle que hable tan claro sobre el alma del neoliberalismo y su plan de exterminio para la sociedad que pretenden. El tipo no se corta ni edulcora su ideología con promesas ambiguas de proteger lo común mientras lo vende a sus amigos. Él lo dice claro: todo sobra menos los aparatos represivos del Estado que garanticen su mando. El Estado como instrumento de control para disciplinar y someter a la población. Y cada uno que se apañe y salve su culo como pueda.

La derecha española, sin embargo, sigue reivindicando retóricamente lo público, aunque en la práctica lo esquilme y lo reparta entre sus mercaderes. En España sigue habiendo cierta resistencia a dar ese paso honesto y sincero de la derecha a decir lo que de verdad pretende, por mucho que Vox represente el exabrupto de carajillo y camisa azul más centrado en lo simbólico y en su batalla cultural que en lo económico. El sentido común aquí todavía se resiste a prescindir de un Estado que, por mucho que critiquen en sus discursos por sus impuestos, su tamaño y su alcance, es el principal sustento y garante de toda esa casta que, como Abascal, lleva viviendo de él desde siempre. No hay más que ver las subidas de sueldos que se han adjudicado los nuevos dirigentes ‘políticamente incorrectos’ nada más tomar sus puestos, o los años que llevan todos ellos chupando de la teta del Estado.

Milei no es más que otro personaje como lo fue Trump y como lo son tantos otros fantoches despeinados y gritones ultraderechistas que nacen, crecen y se reproducen en las ciénagas de la posmodernidad. Son el producto perfecto para quien entiende la política y la vida como un mero espectáculo, un concurso de talentos o un reality show. Lo de hablar con su perro muerto y clonarlo no es más que parte del atrezzo de este personaje. Gritar mucho, insultar y defender mercantilizar hasta el hígado de tu padre no es ir contra el sistema. Es el sistema hablando claro, sin tapujos ni medias tintas. Viven de él y son ricos y famosos gracias a él. Ellos representan el capitalismo sin caretas, sin palabras amables ni ambigüedades. Una sinceridad que algunos insisten en tildar de ‘antisistema’ pero que en la práctica tan solo vale para perpetuar el sistema que se sirve de lo público para alimentar a una minoría privilegiada mientras perpetúa la desigualdad que somete a la mayoría. Por mucho que ésta acabe votando a sus verdugos.

El lenguaje es un eterno campo de batalla. Por eso existe una pugna histórica por la apropiación del término ‘libertad’ para justificar cualquier atrocidad. Libertad para tener esclavos, para vender a tus hijos o para portar armas y matar a quien se acerque a tu jardín. Con esta nueva especie de reaccionarios no parece tan claro, y se les está comprando el barniz anarquista y libertario demasiado alegremente, como la inmerecida etiqueta de ‘antisistema’. Estos personajes cuya filosofía, lejos del verdadero anarquismo, está basada en el todo vale, tratan de apropiarse de lo libertario y de la libertad misma para retorcerla a su gusto. La ausencia de límites en el mercado y la instrumentalización del Estado para garantizar este orden neoliberal todavía más irresponsable y psicópata no tiene nada que ver con la responsabilidad individual para con el resto que prevé el anarquismo. Pero inexplicablemente se les regala el término. No hay más que echar un vistazo a la experiencia de la localidad de Grafton, en EEUU, tomada por seguidores de la ideología que defiende Milei para ver cómo termina el experimento: casi devorados por osos y pidiendo ayuda al Estado.

No sabemos si estos personajes tendrán mucho más recorrido. La caída de Vox en las últimas elecciones supuso una advertencia de que esta derecha que pretende ser nueva por irreverente no es más que un instrumento circunstancial para advertir y modular el panorama político cuando convenga, como lo fue Ciudadanos en su papel hasta su defunción. Lo que sí que sabemos es que estas ideas quedarán y van a seguir infectando una parte del debate público, porque esa es su verdadera misión. Ese ‘fondo intelectual tremendamente sólido’ que va más allá de la ‘puesta en escena histriónica y populista’ que el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández atribuía a Milei en un tuit que acabó borrando horas después, ha venido para quedarse. Veremos si quien lo abandera será esa nueva ultraderecha que representa Vox, o lo abrazará también este PP de Feijóo, que es también el de Álvarez de Toledo, Alejandro Fernández e Isabel Díaz Ayuso, que no se distinguen tanto del argentino despeinado.