El Boing 747 de EMTRASUR
EEUU y Milei violan normas: No hubo ningún delito pero igual se llevaron el avión venezolano
Por Raúl Kollmann
En un nuevo gesto de alineamiento con Estados Unidos y, en
especial con la derecha norteamericana, el gobierno de Javier Milei autorizó el
decomiso del Boeing 747 de la empresa venezolana Emtrasur (Empresa de
Transporte Aerocargo del Sur) sin continuar con el trámite legal que estaba en
marcha. El aparato partió de Ezeiza en la madrugada del lunes, a la 1.21, y
aterrizó en un aeropuerto de La Florida, Dade-Collier, a 80 kilómetros de
Miami. El visto bueno del Ministerio de Justicia y del juez que tramitó el
exhorto de Estados Unidos, Federico Villena, permitió la maniobra, pese a que estaba
prevista una audiencia judicial el 19 de febrero para tratar la apelación al
decomiso. Washington se llevó el avión sin que exista ningún delito penal, dado
que se probó que llegó a Ezeiza trayendo autopartes de Volkswagen. Pero EE.UU.
reclamó el Boeing porque, supuestamente, se violó una norma del Departamento de
Comercio norteamericano: un aparato fabricado en Estados Unidos no se puede
transferir sin autorización de ese país y el 747-300 -avión en desuso, de
operación carísima-, pasó de su comprador original, Francia, a Irán, y de Irán
a Venezuela. Esas normas de EE.UU. no constituyen delito en la Argentina y por
lo tanto había margen para rechazar el decomiso pedido por Washington. Pero la
Casa Rosada, obviamente, decidió obedecer a la Casa Blanca.
De noche
Desde hace varias semanas que vienen circulando rumores de
que Estados Unidos se llevaría el avión. Finalmente ocurrió de manera
asombrosa:
El avión despegó de Ezeiza en la madrugada.
Voló inicialmente con matrícula venezolana, pero identificado
como Tyson23 o sea ocultando que se trataba del avión de Emtrasur.
Al pasar por Tucumán hacia el Pacífico apagaron el
trasponder que es el sistema de comunicaciones.
Aparentemente sobrevoló Colombia como si fuera un avión
militar.
Aterrizó en Estados Unidos, en un aeropuerto de La Florida,
Dade-Collier, antes del mediodía del lunes. Es un aeropuerto de entrenamiento.
Las autoridades norteamericanas, obviamente, emitieron
varios comunicados triunfantes: “Mahan Air (la empresa iraní que le vendió el
avión a Venezuela) violó nuestras restricciones de exportación. Ahora es
propiedad del gobierno de los Estados Unidos”, sostuvo Matthew Axelrod,
subsecretario de Control de Exportaciones.
“Robo descarado”
El gobierno venezolano calificó la maniobra como “un robo
descarado” y “una confabulación entre los gobiernos de Estados Unidos y la
Argentina”.
El avión había aterrizado en Ezeiza el 6 de junio de 2022
trayendo repuestos de VW desde México. Dos dirigentes del PRO -el
multidenunciado Gerardo Milman y Ricardo López Murphy- se presentaron en la
Justicia aduciendo que el vuelo podía esconder una operación terrorista. Tras
cartón, también la DAIA se asoció a la denuncia. Después de varias
inspecciones, cualquier delito quedó descartado y los tripulantes -catorce venezolanos
y cinco iraníes- fueron absueltos o se les dictó la falta de mérito. Todos
volvieron a sus países.
Quedaba la cuestión del avión mismo y los abogados de la
embajada de Venezuela en la Argentina, Maximiliano Rusconi y Gabriel Palmeiro,
pidieron que el aparato fuera devuelto por la inexistencia de delito.
Intuyendo que no había ninguna imputación penal, las
autoridades de EE.UU. se pusieron en marcha y un juez de Columbia, Randolph
Moss, ordenó el decomiso del Jumbo por violar la norma del Departamento de
Comercio que exige autorización norteamericana para transferir un aparato
fabricado en ese país. Cuando Francia le vendió a Irán el 747 no pidió ninguna
autorización y tampoco Irán cuando se lo vendió a Venezuela. Washington adujo
que el Boeing fue utilizado por Irán para transportar armas. En cualquier caso,
eso no era atribuible a Venezuela.
La trama política-judicial
Entre la Argentina y Estados Unidos rige un convenio de
asistencia judicial, por lo cual los norteamericanos pidieron que se aplique y
cumpla con la orden del juez de Columbia. El planteo se hizo durante el
gobierno de Alberto Fernández. El entonces presidente transitó un camino
intermedio: no convalidó el decomiso, pero tampoco le devolvió el avión a
Venezuela. Se jugó a ganar tiempo, confiando en que la Justicia resolvería el
entuerto. Es evidente que no quiso otro conflicto con Estados Unidos o que se
lo tildara de favorecer a Irán o a Venezuela.
“Se cometió una barbaridad judicial -sostuvo Rusconi-. Esto
arrancó con infundadas sospechas sobre el vuelo hacia la Argentina y se probó
que no hubo ningún delito. Por lo tanto, debió liberarse el aparato. Estados
Unidos intentó justificar la existencia de una causa, pero no era de índole
penal, por lo tanto nunca debió usarse el convenio bilateral de asistencia
judicial. Ese convenio sólo rige para casos penales. Seguiremos la batalla
judicial”, redondeó el abogado. En el expediente estaba prevista una audiencia
de apelación el 19 de febrero, de manera que los estadounidenses, en
complicidad con el Gobierno, se llevaron el avión sin respetar el trámite
judicial. Una vez más se demuestra que predominan la política y la fuerza, en
especial cuando Washington está de por medio.
Rumores fundados
En las últimas semanas llegaron a la Embajada de Venezuela
en la Argentina versiones de que el avión se estaba moviendo en Ezeiza y que se
habían probado los motores. Como Venezuela es el legítimo dueño de la aeronave (así
consta en la Organización de Aviación Civil Internacional, OACI), se presentó
en el aeropuerto un funcionario diplomático, José Jatar Díaz, quien le pidió a
la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) que lo autorice a ver el
747. Previo paso por la Policía Aeroportuaria, que lo revisó, en un vehículo de
la ANAC se acercaron al aparato y se encontraron allí con un secretario del
juzgado, funcionarios del FBI y de la Embajada de EE.UU. Jatar Díaz hizo un
registro fotográfico del Boeing y minutos más tarde llegó un jefe de la PSA y
ordenó la retención del diplomático, con el burdo argumento de que estaba en
zona no permitida.
Jatar Díaz estuvo retenido nueve horas, violando la
Convención de Viena, y luego el gobierno de Milei lo declaró persona no grata.
Le dieron 48 horas para abandonar el país. Es evidente que Jatar Díaz había
presenciado un adelanto de lo que Washington y la Rosada habían pactado:
llevarse el avión sin cumplir con el proceso judicial.