Colonización y descolonización
La
descolonización es el proceso de retirada de los poderes coloniales de los
territorios que habían sido colonizados. En general, la descolonización implicó
la independencia política de los países colonizados, lo que significó el fin
del control político y económico de los países europeos sobre estas regiones.
En
Bolivia, la descolonización ha sido un proceso largo y complejo que ha incluido
una serie de reformas políticas, sociales y culturales. En 2006, la elección
del presidente Evo Morales, quien es de ascendencia indígena, marcó un hito
importante en el proceso de descolonización en el país.
Desde
entonces, el gobierno boliviano ha implementado una serie de políticas y
reformas que han buscado promover la inclusión y la participación política de
los pueblos indígenas, así como reconocer y proteger sus derechos culturales y
territoriales. Entre estas medidas se encuentran la aprobación de una nueva
Constitución Política del Estado, en 2009, que reconoce la diversidad cultural
y lingüística de Bolivia, la creación del Ministerio de Culturas y
Descolonización, en 2010, y la promoción de la educación intercultural
bilingüe. La descolonización en Latinoamérica también tuvo un impacto
significativo en la cultura y la economía de la región. Al recuperar su
autonomía política, los países latinoamericanos pudieron desarrollar sus
propias políticas económicas y culturales, lo que permitió el surgimiento de
nuevas formas de expresión y producción en las artes, la literatura, el cine y
la música. Sin embargo, a pesar de los avances realizados, el proceso de
descolonización en Bolivia continúa siendo un tema de debate y conflicto.
Existen tensiones y desafíos persistentes en relación a la distribución de
poder político y económico, la discriminación racial y la preservación de las
culturas indígenas frente a la influencia de la cultura occidental.
Descolonización
como impedimento
para
la modernidad en Bolivia
Lo
viejo no acaba de irse y lo joven no acaba de llegar. (recuadro)
El
paso a la modernidad, el acentuar la huella para el camino, aún no está dado,
pero es inevitable. Bolivia actualmente pasa por un problema generacional, lo
viejo no acaba de irse y lo joven no acaba de ingresar, una vez cumplido ese
requisito, se dará ese paso que tanto le cuesta a los países “jóvenes” como el
nuestro.
En
nuestro país existe un programa para combatir la colonización. Existen cosas
rescatables tanto de nuestra cultura ancestral como de la colonización y es
importante marcar los puntos “positivos” del hecho de haber pasado por un
periodo de colonización.
Los
colonizadores europeos introdujeron cultivos como el trigo, el café, el azúcar
y el cacao, lo que diversificó la producción agrícola y mejoró la dieta de la
población local.
Se
construyeron caminos, puentes, puertos y otras infraestructuras que facilitaron
el comercio y la comunicación en la región.
Los
europeos establecieron instituciones educativas, como escuelas y universidades,
que brindaron oportunidades de educación y promovieron el acceso al
conocimiento en áreas como la ciencia y la filosofía.
La
colonización introdujo sistemas de gobierno y administración más organizados,
lo que contribuyó a la creación de estructuras políticas y legales más sólidas.
El
intercambio cultural permitió la
reciprocidad de ideas, tradiciones y costumbres entre diferentes culturas, lo
que enriqueció la diversidad cultural de la región.
Con el
retorno de viejas costumbres, como el “Vivir Bien”, la cultura aymara y quechua
recibió combustible para continuar ardiendo. Esto crea un enorme beneficio en
nuestro entorno, en el área cultural, las artes, literatura cine y música,
además que previene la discriminación racial y promueve la preservación de las
culturas indígenas frente a la influencia de la cultura occidental. Para bien o
para mal, los bolivianos y toda la región pasamos por fuertes procesos de
colonización, los cuales no pueden deshacerse. Por eso hay que tomar lo mejor
de ambos mundos para continuar con el progreso.