Reforma de pensiones del Gobierno de Boric enfrenta desafíos en un clima político adverso
El Gobierno de Gabriel Boric
le ha puesto esta semana suma urgencia al proyecto de reforma al sistema de
pensiones en Chile, uno de los grandes pilares del programa de la
Administración de izquierda. El país sudamericano lleva una década discutiendo
el tema sobre el que no hay consenso en el Congreso, donde el oficialismo no
tiene mayorías. La propuesta busca crear un nuevo seguro social, financiado a
través de una cotización adicional del 6% a cargo de los empleadores. Los
parlamentarios de derecha no han presentado una contrapropuesta en los ocho
meses desde que se presentó el proyecto de ley, pero el destino de la cotización
extra es una de las principales piedras de tope en las negociaciones.
La ministra del Trabajo,
Jeanette Jara, ha anunciado que el proyecto se discutirá por partes, con el
objetivo de abordar primero los aspectos que generan más consenso. El Ejecutivo
quiere, por ejemplo, derogar el Decreto de Ley 3.500, el que supondría el fin
de las Administradoras de Fondos de Pensiones, las AFP, los organismos privados
que se han constituido desde 1981 en el pilar del sistema chileno, basado en la
capitalización individual y pionero en el mundo. “Lo primero que se va a
discutir son las normas espejo, es decir, aquellas que persisten en el DL.
3.500 en la reforma previsional”, sostuvo este miércoles la ministra Jara.
“Nuestra propuesta original consideraba la derogación del DL 3.500, pero
estamos disponibles para conversar. Nosotros no estamos aquí para darnos
gustitos”, añadió.
El proyecto de ley apunta a
solucionar uno de los problemas estructurales de mayor impacto en la calidad de
vida de los chilenos: las bajas pensiones respecto del nivel de vida que tienen
en su etapa activa. Para esto, el Gobierno de Boric propone un nuevo Sistema
Mixto de Pensiones, que tiene entre sus principales objetivos mejorar el monto
y cobertura de la Pensión Garantizada Universal (PGU), elevándola a 250.000
pesos (313 dólares). La modificación de la PGU implica un aumento del gasto
fiscal y pretende financiarse con lo que parte de lo que recaude con la reforma
tributaria, otro de los pilares del Gobierno de Boric que está estancado en el
Congreso tras el rechazo a la idea de legislarla el pasado marzo.
Otro aspecto clave de la
reforma es el nuevo Seguro Social. Inicialmente, el Ejecutivo quería que el 6%
extra a cargo de los empleadores se destinara íntegro al Fondo Solidario, pero
la falta de apoyos los ha obligado a abrirse a la idea de discutir que un 4%
vaya al Seguro Social y un 2% a la capitalización individual. La oposición, por
su parte, plantea que sea a la inversa: 2% al Seguro Social y 4% a la
capitalización individual. Los más críticos defienden que el 6% se destine a
las cuentas del trabajador. La postura de la derecha se ha endurecido desde
2020, cuando el Gobierno de Sebastián Piñera propuso 3% y 3%.
La comisión de Trabajo y
Seguridad Social de la Cámara de Diputados y Diputadas fijó un cronograma para
la votación en particular de cada punto que contiene la reforma. La suma
urgencia que le puso el Ejecutivo obliga a que el Senado reciba la iniciativa
en un plazo de 15 días, prorrogable por otros 15. La propuesta de dividir el
proyecto en varios puntos, que se votarán semana a semana, complejizan que la
comisión logre despacharlo en el plazo establecido. Especialmente en clima de
falta de acuerdos. “El único artículo que podríamos aprobar es el aumento de la
Pensión Garantizada Universal a 250.000 pesos”, adelantó el diputado Frank
Sauerbaum, jefe de la bancada de Renovación Nacional (RN), partido de la
derecha tradicional.
Los parlamentarios de RN
tienen previsto entregar al Gobierno una propuesta de reforma con el foco en la
solidaridad intergeneracional de género y en incrementar la PGU según años
cotizados, para fomentar la formalización del empleo. Según el borrador dado a
conocer la noche del martes, también plantean elevar el 10% de la actual tasa
de cotización a un 16%.
La ministra Jara celebró la
disposición de RN a negociar con propuestas concretas y dijo que espera que
otros partidos hagan lo propio. Los parlamentarios de la formación de derecha
tradicional Unión Demócrata Independiente (UDI) no están dispuestos a votar a
favor mientras el Ejecutivo no garantice en el proyecto de ley la propiedad de
los ahorros de los trabajadores, su heredabilidad y que la cotización adicional
vaya a sus cuentas individuales y tengan la libertad de elegir quién les
administre sus fondos.
El debate se produce en un momento complejo para el Gobierno de Boric, donde la popularidad del mandatario ha bajado del 30% y el oficialismo enfrenta un escándalo que azota el Frente Amplio, el Caso Convenios./ EL PAÍS
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