Anuncian nuevas movilizaciones contra Gobierno y Congreso peruanos
Pizarro valoró que las movilizaciones de la víspera fueron
contundentes, abarcaron todo el país y ayudarán a mantener la presión contra el
Gobierno y el Congreso hasta que reconozcan que no tienen legitimidad. Con
esta apreciación coincidieron un delegado de la región de Piura, Olivares Gonza
Rivera, y la socióloga y exministra de la Mujer durante el Gobierno del
expresidente Pedro Castillo, Anahí Durand.
Gonza Rivera consideró que el país se halla ante una situación
crítica y explicó que los delegados que vinieron desde la región norteña
rechazan el Gobierno de Boluarte y la intervención minera en esa
zona. Afirmó que la actual dictadura está imponiendo proyectos
extractivistas, que son repudiados por las comunidades por la amenaza a los
recursos hídricos y a otras riquezas naturales.
Agregó que las movilizaciones van a continuar y avizoró que
serán más fuertes. Dijo que las delegaciones llegadas en días pasados desde
todo el país, integradas por más de 13.000 personas, regresarán a sus bases,
explicarán lo que ocurrió en Lima y regresarán con fuerzas renovadas.
Por su parte, Durand
manifestó que, pese a la represión y la criminalización de la protesta, hubo
una contundente movilización en todo el país. Refirió que este miércoles
en Lima se movilizaron sectores de clase media, universitarios e incluso sectores
liberales que ven con preocupación que el fujimorismo está copando espacios de
poder y avasallando la democracia.
Consideró
que otros sectores se han sumado a las protestas a partir del incremento
de los precios, la caída del producto interno bruto (PIB) y el incremento de
casos de dengue y de síndrome de Guillain-Barré.
A su
juicio, en las recientes protestas hay más unidad, organización y mayor
conciencia de que se está ante una dictadura que tiene al Congreso y el Poder
Judicial a su favor. Precisó que de la primera jornada de lucha hay 1.800
personas judicializadas y cerca de 200 en la cárcel, además de decenas de
asesinados.
Consideró que, tras varios
meses de lucha, mucha más gente se ha percatado de que no basta con elecciones
o cambios cosméticos, y por ello ha ganado fuerza la exigencia de convocar a
una asamblea constituyente, de la que emane una Carta Magna que dé cabida a
necesidades de las mayorías y no de las élites.