Natalia Oreiro junto al director Fernan Miràs, en una escena de "Casi muerta"

Natalia Oreiro, la actriz socialista estrenará el 6 de julio su nueva película “Casi muerta”

Ahora es María, la protagonista de Casi muerta, la nueva película de Fernán Mirás, que se estrena en cines el próximo 6 de julio. Interpreta a una mujer a la que le diagnostican un problema en el corazón y le dan treinta días de supervivencia. Así, toda su vida, relaciones y amores se resignifican al ritmo de una delirante cuenta regresiva.

Natalia, casada con Ricardo Mollo desde hace veinte años y mamá de Atahualpa (11), llega puntual al bar de Martínez, con vista al río. Trae look casi de entrecasa, pero en cuestión de segundos será diva total. Avanza hacia el agua con su vestido de encaje y tapado verde musgo, lista para entregarse al conjuro de los dioses, que harán brisa de verano a este frío polar, aunque sea por un rato. La actriz que tiene la nacionalidad uruguaya, argentina y rusa se declara socialista y entre sus planes figuran filmar una película interpretando a Juan Azurduy.

-¿Qué significa el río para vos? Depende del día se ve la otra orilla y en las fotos se notaba que estabas disfrutando el momento.

-Un puente. Yo crecí con el río. Salía del Liceo y me iba en bicicleta con una amiga a la playa. Y las primeras veces que vine a la Argentina fue cruzando este río que, para nosotros, los rioplatenses, es un lazo de amor. Nos une culturalmente con la música, la historia, el cine... esa nostalgia que nos pasa al tener un río marrón.

El tango, en ese sentido, lo representa muy bien. Y si bien cuando llegué a la Argentina (a los 16) me costaba ver que la ciudad estuviera de espaldas, poco a poco encontré lugares que miraban hacia el río.

Y sí, tengo esa afinidad, porque cuando miro el horizonte veo mi Uruguay, y cuando estoy en Uruguay y miro el horizonte, veo mi casa, Argentina, el país que me dio la oportunidad de cumplir mis sueños y también me dio un hogar, un hijo y un amor.

-¿Cómo definís este momento de tu vida?

-¡No tengo idea! (se ríe). Siento que la vida pasa tan rápido que no puedo detenerme a pensar en qué momento estoy o en cómo estoy... ¡Estoy contenta! Mi hijo está sano, feliz, con sus amigos y su escuela, y eso a mí me colma.

Además, trabajo en cosas que me gustan, profundizo en situaciones sociales que para mí son importantes, estreno una súper película, Casi muerta, que está buenísima, y pronto se viene la segunda temporada de Iosi, el espía arrepentido, por Amazon Prime. Así que recontenta y con muchos proyectos.

-Con Casi muerta volvés a la comedia, ¿qué te sedujo del personaje para aceptar?

-¡Fernán Mirás! Porque cuando actuamos en Re loca, él acababa de estrenar su ópera prima, El peso de la ley, y a mí me fascinó. Además de adorarlo como actor, me encantó como director y le dije: “La próxima llamame para cualquier papel”. ¡Y así fue!

Me encantó la idea, el proyecto, el libro, pero básicamente su mirada. Es muy gracioso, tiene un humor muy ácido al mismo tiempo, y esta peli plantea la dualidad entre la vida y la muerte en tono de comedia. Pero también es profunda y habla de cuatro cosas muy simples que son el amor, la amistad, la vida y la muerte.

-Te preguntaba cómo era este momento de tu vida, porque más allá de que la película es ficción, se nota que cuando hacés comedia la estás pasando bien.

-Te cuento una anécdota. Hace muchos años estaba haciendo Solamente vos, que era una comedia, y, sin embargo, mi personaje sufría y se la pasaba llorando porque Juan (Adrián Suar), había vuelto con la ex mujer.

Un día fui a un chino que hacía acupuntura y era iridólogo. Me miró el ojo y me dijo: “Estás muy triste”. Y yo estaba bárbara, pasando un buen momento personal y laboral. “No. Estoy bien, estoy feliz”, le dije. Me insistió: “Veo que estás muy triste”.

La tercera vez que me lo dijo, le aclaré: “Ah, yo soy actriz y mi personaje llora todos los días”. Entonces me contestó: “El cuerpo no sabe que usted es actriz. Usted le manda una señal al cuerpo de tristeza y el cuerpo la recibe”. Me acuerdo que cuando se lo conté a Adrián, él me dijo: “Ay, pero llorás tan lindo en cámara...”

-Al verte interpretar a Evita y Gilda parecería que te dieron la posibilidad de construir a dos personalidades distintas, como dos versiones tuyas.

-Sí. Fueron dos proyectos muy amados, pero muy diferentes. Eva era un personaje que me parecía inalcanzable y cuando hace diez años me ofrecieron hacerlo por primera vez, dije: “No, no lo puedo abordar”. En ese momento sentía que me iba a costar mucho componerla de la manera que yo sentía que había que componerla.

Y, además, muchas actrices ya la habían hecho magistralmente. Me daba miedo no poder estar a la altura de la historia, del personaje...

-¿Miedo a la crítica?

-Miedo a mí, primero que nada. La peor crítica es la personal, pero también es la reflexión de conocer tu propio límite y decir: “Hoy no puedo”.

Diez años después me convocaron al casting de Santa Evita y eso me dio seguridad porque dije: “Okey, me preparo y si ven algo en mí será porque fue una prueba y no porque me llamaron por mi trayectoria, por así decirlo”. Y fui muy entregada a hacer las tres escenas del casting. Cuando me dijeron que había quedado, ¡temblé!

-Aquí es donde se derrumba un mito: Natalia Oreiro hace casting. Porque uno cree que una figura de nivel internacional nunca lo hace.

-¡Sí! Y para Iosi también hice. El casting es un re buen recurso para los actores y actrices. ¿Por qué? Porque para mí no hay malos actores; hay directores que eligen mal a sus actores, porque no todos podemos hacer todos los personajes.

La conexión con los personajes

-A Gilda te unían la música y tu condición de fan. ¿Con Evita también tenés una conexión? ¿Sos peronista?

-Soy socialista de toda la vida. Vengo de familia socialista. Con mi tía, sobre todo, había un acompañamiento desde lo ideológico y lo político social. Vengo de un barrio de Montevideo muy particular, el del Cerro, y eso también me marcó.

Si bien yo llegué muy chica, cuando venís con esa cabeza te cuesta un poco entender la política argentina; igualmente hace treinta años que vivo acá, con lo cual ahora mi cabeza está en ese sentido argentinizada. Lo que admiro de Eva es su causa social, realmente dio -en mi interpretación y en la búsqueda de mi personaje- su vida para su pueblo. Al menos la Eva que quise construir era esa, la Eva del pueblo.

Gilda es un personaje que siempre quise hacer, la amaba y acompañé todo el proceso de la película. Por eso, cuando terminó, me costó dejarla ir.

-En Rusia, por ejemplo, por vos ya habían aprendido a hablar español y a partir de la película de Gilda cantan sus hits.

-Sí, eso es hermoso. Escucharlos cantar o ver que bailan cumbia es muy fuerte.

La guerra Rusia-Ucrania

-En 2020 te otorgaron la ciudadanía rusa, ¿cómo te impacta la guerra?

-Rusia es un pueblo que amo profundamente. Tenemos un vínculo desde hace más de veinte años y es algo emocionante cómo nos comunicamos, teniendo un idioma y una historia tan distintos. Y lo que pasa hoy... no hay persona a la que no le impacte y no le duela. No tengo palabras para expresar el sentimiento de tristeza que me produce. Es un momento muy triste de toda la humanidad.

-Antes mencionaste El Cerro, el barrio donde te criaste, ¿por qué decís que te marcó?

-Uno es la niñez, por eso es tan importante la primera infancia, siempre somos lo que fuimos en los primeros 6 o 7 años de vida. Y El Cerro fue eso, aunque en el medio, cuando era muy chica, viví dos años en España. Pero siempre mi recuerdo es El Cerro.

Es la casa de la abuela Hilda, jugar en ese galpón horas y horas cuando volvía de la escuela corriendo con la moña (cinta en el cuello) desatada, sentada a su máquina de coser.

O cuando subía a La Fortaleza (el castillo en lo alto del cerro), a buscar entre lo que había ahí algún descubrimiento. Recuerdo la libertad de ser niños. El Cerro además tiene una particularidad: ves el amanecer y el atardecer en el agua, porque es una bahía, con sus playas y sus fábricas.

-¿Tus papás siguen viviendo en Uruguay?

-Sí, estuvimos ahora con ellos en el cumple de mi hermana (Adriana). Ellos van y vienen, porque aparte tienen sus nietos: Ata y mis dos sobrinas, Mía (16) y Bianca (6).

-Cuando estrenaste la película de Gilda, me contaste que querías interpretar a Juana Azurduy, ¿seguís teniendo esas ganas?

-(Se sorprende) Sí, es un proyecto muy grande, estamos trabajando desde hace un montón con Benjamín Ávila (la dirigió en Infancia Clandestina y fue productor de Gilda, no me arrepiento de este amor). El lunes pasado, justamente, volvimos a reunirnos. Ojalá podamos hacerla.