Garibay y los pichiruchis de la selección boliviana

Algunos deportes en las sociedades contemporáneas, más allá de ser un simple ocio, se han convertido en referentes de las identidades y las representaciones nacionales. Sin lugar a dudas, el fútbol es uno de los más populares, aunque su enorme fama está cada vez más cuestionada, porque al parecer está muy vinculado con el dinero mal habido o negocios turbios, razón que explicaría porqué se mueve tanto dinero a nivel mundial.

El fútbol profesional boliviano atraviesa por un nuevo escándalo: estar subordinado a mafias delictuosas, con actores como dirigentes, futbolistas, árbitros, periodistas y medios de comunicación. Pero hay otros deportes como el atletismo, que no está tan masificado como el fútbol, aunque cada vez más necesaria su práctica, por el excesivo sedentarismo de los habitantes de las ciudades.

El pasado domingo 27 de agosto en Bolivia, mientras unos aguardaban el partido amistoso de la Selección Nacional frente a Panamá, el orureño aymara Héctor Garibay Flores triunfaba en la versión 40 de la maratón, realizada en la ciudad de México, con una nueva marca de 2:08:32.

Pude ver la maratón citada y la participación del compatriota. Al inicio, los que trasmitían por un canal local de la ciudad casi daban por hecho el triunfo de los atletas africanos y particularmente los de Kenia. Al oír estas insinuaciones, me pregunte: ¿qué pasó con el atletismo mexicano y sobre todo de los/as fondistas de alta competición?

Recuerdo que hace algunos años las élites del atletismo mexicano venían a prepararse a Bolivia, a Copacabana. Esta preparación en la altitud de tres mil 700 o tres 800 m s n m, llevó a grandes participaciones mundiales. Al ver a Héctor Garibay corriendo rodeado de 10 africanos nuevamente la pregunta fue: ¿no hay ningún mexicano en ese primer pelotón? ¿Por qué no están los/as famosos “pies ligeros” del pueblo ancestral Raramuris de México en esta competencia?

Los relatores mexicanos comenzaban a tomar muy en serio a Garibay cuando este ya superaba los 21 Km de competencia, es decir, la mitad de los 42 Km. Fue tan gratificante ver a Héctor sereno, muy seguro de su estrategia y sobre todo preparado físicamente para continuar con un ritmo tan exigente. Por supuesto, la llegada de Héctor al Zócalo mexicano fue de lo más emocionante para todos nosotros. Nos hubiese gustado que mujeres atletas del país arriben también triunfadoras. Será en otra.

Hoy, algunos medios de información brindan algo más de noticias sobre quién es y quién la entrena, etcétera. Quiero destacar el trabajo silencioso de la guía, de la entrenadora de Héctor, Nemia Coca Yampara y su esposo.

Nemia es otrora gran atleta orureña que representó al país en competencias a nivel internacional. Lo que se destaca en el forjamiento de Héctor es la falta de recursos económicos, como la tuvo también Nemia. Pero no es la gran limitante para triunfar, como lo demostró la gran entrenadora hoy formando con condiciones similares a Héctor Garibay, David Ninavia, Vidal Basco, Daniel Toroya y Ana María Marza, entre otros/as.

Después de oír las declaraciones de Garibay uno deduce que fue “raleado” ¿porque es un indio taxista? La mezquindad, muy común de las autoridades que regentan el deporte en el país, fue la que le acompañó a Garibay. Solo aparecen “los figurines” cuando alguien triunfa y así se da con Héctor. Aparecen hasta empresarios queriendo pasarse como los muy dadivosos. Héctor y su entrenadora tendrán que evaluar a quiénes aceptan el apoyo, porque no todos son desinteresados.

Que gran diferencia con lo que ocurre con los futbolistas de la Selección Nacional, una mayoría de ellos forrado de mucho dinero y lo demuestran conduciendo autitos de lujo. Pero estos selectos no muestran ni ser profesionales y menos pundonor deportivo. Oí en un minibús a unos jovencitos comentar después de la derrota vergonzosa sufrida ante Panamá: “quién más va a creerles a estos pinches phichiruchis, a estos chichilitos que viven cayéndose en la cancha de todo y nada”. Además expresaban risueñamente: “ni huevos tienen para pedirles que hagan alguito”.

Hoy, que vemos a muchachitos/as de las escuelas tomar minibús o taxi para no andar dos cuadritas es preciso alentar el caminar, el recorrer las calles corriendo, que es otra forma de hacer atletismo.

Gracias Héctor, gracias Nemia y a todo su equipo por hacernos sentir que los pobres no necesitamos mucho dinero parar triunfar y también fuera del país. Nuestra voluntad y nuestras condiciones físicas están aptas para recorrer el mundo y enfrentar en la batalla atlética a cualesquiera. Jallalla Héctor Garibay y la entrenadora Nemia Coca. Wali askiwa jilata Héctor Garibay, México jach’a markana wali suma jalawayi, nayraqataruw puriwayi.

Esteban Alejo Ticona