El antimasismo de página siete y su fase terminal
Hay raúles y Raúl. Los raúles se juntaron para encarar la
puesta en funcionamiento de un nuevo artefacto periodístico el año 2010, pero
no consideraron las lecciones que les había dejado Raúl Garafulic Gutiérrez,
padre de la televisión privada y pirata, y más tarde fundador de este diario,
LA RAZÓN, en 1990.
La diferencia entre el proyecto de 1990 que dió vida a LA
RAZÓN y el de 2010 que gestó Página Siete se llama Jorge Canelas Sáenz, el
primer director del medio naciente que había prestado servicios en la agencia
Associated Press en Chile. Canelas fue un refinado editorialista de
convicciones sólidas. “La Razón es un diario independiente, para algunos aún
mejor expresado este concepto diciendo que es un diario libre…” se dice en la
página La Razón (Bolivia) de Wikipedia en los inicios de su publicación.
De Jorge Canelas conservo el siguiente recuerdo personal: En
1987, cuando era director del diario Ultima Hora, me puso en la calle por haber
cometido la osadía de viajar hasta La Habana, capítal del paraíso tropical
comunista para cubrir el festival internacional de cine latinoamericano con mis
propios recursos, lo que permitió una cobertura amplia y diversa acerca del más
importante encuentro del cine de nuestro continente, a la cabeza de Gabriel
García Márquez y Fernando Birri. Años más tarde, admitió mi presencia como
colaborador no remunerado en el suplemento dominical Ventana (LA RAZÓN), como
columnista en el suplemento Acción del diario La Prensa del que también fue
director fundador , y finalmente, en el semanario Pulso en el que me encargaba
de la página de fútbol internacional, del que decidí marcharme con Canelas
pidiendomé que me quedara.
El director que me había echado de Ultima Hora, quiso evitar
mi salida del último impreso que fundó y dirigió. Conversar con el implicaba
análisis y reflexión, nunca improvisaba y en aquél tiempo no se había instalado
ese periodismo hecho a la rápida, poco prolijo, toscamente escrito, el que se
practicó en gran medida en Página Siete de los raúles herederos, tachonado de
imprecisiones, falsedades y obligatoriedad de disculpas por los errores que se
fueron cometiendo en sus trece años de existencia y que concluyeron el pasado
29 de junio.
Canelas fue un director de gran consistencia en términos de
pensamiento y mirada estratégica periodística. A contracorriente de los manuales
del independentismo funcionalista y tramposo, decidió que LA RAZÓN apoyaría
explícitamente (1991) la candidatura de Ronald MacLean Abaroa a la Alcaldía de
La Paz. Sin dubitaciones ni complejo alguno, LA RAZÓN consideró que el
representante de la ADN banzerista era el mejor perfilado para continuar con la
construcción de la institucionalidad del municipio paceño y la conducción de
los destinos de la ciudad Sede de Gobierno. Nadie reprochó tan arriesgada
decisión y más bien logró el afianzamiento del periódico en el espectro de los
diarios bolivianos, generando respeto y credibilidad.
El periodismo impreso o gráfico de Bolivia, tuvo en LA RAZÓN
a la más nítida expresión de la democracia representativa y de pactos
partidarios, y su calidad se debe en gran medida al acierto que signficó que
Garafulic Gutiérrez invitara a Canelas a hacerse cargo del diario desde el
minuto cero. Veinte años más tarde, la historia no se repitió en tanto el Raúl
heredero (Garafulic Lehm) decidió emprender junto a otro Raúl (Peñaranda
Undurraga) la aventura de hacer Página Siete cuando el país ya no era el de
Garafulic Gutiérrez – Canelas Sáenz, cuando ya habían transcurrido cuatro años
de gobierno a la cabeza de Evo Morales – Alvaro García Linera y Bolivia había
saltado de República a Estado Plurinacional y se había producido la
nacionalización de los hidrocarburos y el potenciamiento de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Las reglas de juego hasta 2005 eran claras para un país
repleto de excluídos, con un sistema de partidos políticos con predominancia de
centro y extrema derecha y con un decreto (21060) que hizo funcionar la
economía nacional entre 1985 y 2005. Eran tiempos en que las dirigencias
sindicales y de pequeños partidos radicales de izquierda fueron perseguidas,
criminalizadas y confinadas para que el recetario fondomonetarista y
bancomundialista pudiera convertirse en la carta estratégica del funcionamiento
de la economía boliviana impuesta desde afuera, con la embajada de Estados
Unidos aprobando nombres de ministros, comandantes militares y fiscales
designados para combatir el narcotráfico.
Durante esas dos décadas, los Garafulic se fueron
consolidando como empresarios que hicieron de la influencia político
gubernamental , la herramienta para consolidar su participación en la, en la
asociación con el grupo español Prisa para capitalizar el diario LA RAZÓN y en
la participación accionaria de los fondos de pensiones hasta hace poco
vigentes, sustituídos en la actualidad por la Gestora Pública del Estado
Plurinacional. Embajador del gobierno de Paz Zamora, y activo paramilitar en el
golpe banzerista de 1971, escribí lo siguiente sobre Garafulic y sus herederos
(El pulpo Garafulic y su herencia en Página Siete, LA RAZÓN, 22 de agosto de
2021):
Don Raúl iba creciendo con su amigo, el general Banzer,
convertido a la democracia, gozando de la confianza del presidente Jaime Paz
Zamora y tratándose de tú a tú con Jesús de Polanco, principal accionista del
grupo Prisa, propietario del diario El País, la cadena de radio SER, Editorial
Santillana, y Alfaguara. Polanco provenía de una familia de militares ligados a
la falange española y al franquismo, lo que probablemente facilitaba las cosas
en términos de sintonía ideológica, considerando que el embajador en Madrid
había nacido a la vida pública boliviana directamente vinculado a un golpe
militar.
Garáfulic, secundado por sus hijos Raúl y Dieter, armó una
estructura de medios que en términos televisivos tenía como principal soporte
el perfeccionamiento de la calidad de la señal y una estrategia competitiva por
la captura de las audiencias. Supo manejar como idea-fuerza principal que
habían llegado para ser los primeros en las preferencias ciudadanas y aunque en
varios momentos no lo lograran, se las arreglaron siempre para trabajar con
gran eficacia persuasiva en sentido de que los medios con su marca eran los más
importantes e influyentes, y en la medida en que estas percepciones fueron
penetrando en el imaginario urbano del país, se podía percibir cuán poderosos
se sentían “los garas”, quienes manejaron la lógica del ser y el parecer con
persistente disciplina, lo que permitió que Don Raúl ya sintiera que podía
desbordar sus medios de comunicación para mostrar todos los tentáculos que era
capaz de mover y así trascender el plan multimedia hacia otros negocios, hasta
que llegó el día en que el Extra, su diario popular de crónica roja, dirigido
por Jaime Iturri Salmón, decidió publicar un incidente familiar del entonces
ministro de Gobierno, Wálter Guiteras (gobierno democrático de Banzer, enero de
2001), en el que se habrían producido hechos de violencia que involucraban a su
esposa e hija.
Guiteras, el poderoso ministro y senador por el departamento
del Beni, se vio obligado a dimitir del cargo, lo que generó un procesamiento a
Iturri bajo la Ley de Imprenta que finalmente quedó en nada por la
extemporaneidad con que fue presentada la demanda. Nunca se llegó a confirmar
la veracidad de la denuncia del Extra, y lo que quedó de la refriega fue una
pelea encarnizada que condujo al depuesto ministro a presentar ante una
comisión especial pluripartidaria en el Parlamento nacional, 11 grupos de
delitos con el título El historial delictivo de Garáfulic (Revelaciones de
Guiteras: Garáfulic espió para dictadura de García Meza, Agencia de Noticias
Fides ANF, 30 de enero de 2001, firmado por NVS).
La extensa nota de ANF refiere con detalle el documento con
acusaciones de Guiteras contra Garáfulic: Espionaje a favor de García Meza.
“Invento” de escucha y espionaje en ATB y La Razón (“hizo un Watergate criollo
absurdo y falaz”, declaró Guiteras). Defraudación de impuestos municipales.
Compra de vehículos robados en Brasil para luego ser comercializados en
Bolivia. Provisión de electricidad al departamento del Beni pretendiendo obviar
el procedimiento de adjudicación. Intento de interrupción de un proceso de
contratación para favorecer su propuesta en el proyecto de electrificación de
provincias de Cochabamba. Contrabando a través de la zona franca de Cobija.
Intento de venta de un avión privado (Taxi Aéreo Echalar) al propio ministro
Guiteras que cuando éste rechazó la propuesta, “Raúl Garáfulic Gutiérrez
comenzó a pensar con saña el golpe que habrá de darme para cuestionar mi
credibilidad y honor, como más tarde hizo con sus medios de prensa, contra todo
vestigio de verdad, reveló Guiteras.” Venta falsificada de la mina Amayapampa.
Compra fraudulenta de la Hilandería Santa Cruz. Evasión de impuestos nacionales
(nota de cargo por el no pago de impuestos por $us 1 millón de la empresa
Telebingo de la cual Garafulic poseía el 97% de las acciones).
Solo para utilizar como ejemplo nada más que una de las
acusaciones de Guiteras, según informes periodísticos de la época, la
Hilandería Santa Cruz estaba valuada en $us 70 millones. Garáfulic la adquirió
solo en $us 4 millones, en tiempos en que ya se había convertido en accionista
y administrador de los fondos de pensiones y se quitó de encima a Tito Asbún,
empresario cochabambino con el que en principio se asoció en busca de las acciones
de la entonces línea aérea bandera nacional, Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), que
más tarde quedaría desmantelada y quebrada con la intervención de la brasileña
VASP de propiedad de Wagner Canhedo. Eran tiempos de privatización y
capitalización.
El 19 de marzo de 2003, Raúl Garáfulic (h) presentó en
defensa de su padre una denuncia “por los ataques de Wálter Guiteras” ante la
Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), a la que pidió que envíe una comisión
especial a Bolivia para investigar estos hechos e impedir que la “inmunidad
parlamentaria de un senador siga siendo arma de impunidad para atacar, por
venganza, la credibilidad de los medios de comunicación y la libertad de
información en Bolivia”, dice la nota de ANF. Garáfulic terminó enjuiciando a
Guiteras por calumnias, daños y perjuicios.
Como tantas veces ha sucedido en nuestra historia
contemporánea, las denuncias, acusaciones y contraacusaciones de guerras como
la de Garáfulic-Guiteras quedaron en suspenso y de manera definitiva el 21 de
noviembre de 2003 cuando en inmediaciones de la estancia Caño Negro, situada
entre San Ramón y Magdalena, departamento del Beni, a 192 kilómetros de su
capital Trinidad, la avioneta Cessna 332 Bimotor CP 1958 se accidentó, lo que
provocó la muerte de Raúl Garáfulic Gutiérrez y la del piloto Miguel Díez de
Medina. El pulpo de los medios de comunicación en Bolivia moría dos años y 10
meses después de que se desatara una confrontación entre dos figuras públicas
que tenían en común su cercanía y nexos con el general Banzer.